19 de octubre de 2007

Mediodía



Qué farsa de tiempo, ni preludio de la tarde ni epílogo de la mañana. El mediodía sólo es un invento para sentarse a la mesa y comer. Messogiorno, nel messo dil camin di nostra vita in questo mundo cieco. No es por la pasta, ésa es la relación evidente, la que muestra la luz del mediodía.

El mediodía sólo existe para la comida. Sino no existe, pasa como cruzar un puente con los ojos cerrados y mirando hacia atrás y seguimos adelante. Es entonces un buen motivo para reunirse y conversar. Si uno come solo no es una comida, es lo que llaman un tentempié y la comida tampoco existe, como el mediodía. Uno nunca debería comer solo. ¿Con quién compartiríamos? ¿A quién invitaríamos?

16 de octubre de 2007

Mañana



La luz filtrada por los hoyuelos de la persiana celebra a gritos su llegada, recorre la habitación y nos obliga a sonreír con los ojos entrecerrados o, al menos, a contraer la cara como si fuera una sonrisa.

La cama en desorden, una lucha olvidada; las sábanas son trapos, algas de tela imposibles de digerir. Nos rascamos indóciles y salvajes, nos levantamos tambaleantes. En la almohada descubrimos un pelo que no es nuestro, como una nota al partir.

Un teléfono o unas voces nos obligan a abrir la puerta de la habitación. El mundo exterior existe, menudo mundo que va creciendo, extendiéndose por todo lo que percibimos. Siempre la primera vez.

Hay prisa, las cosas giran a una velocidad superior a la de nuestros sentidos. Nos encerramos en el baño para intercalar una pausa. Aguas mayores y menores, nos lavamos la cara y al salir la fotografía del mundo adquiere más brillo.

Ya no hay margen para los olvidos.

Nos vestimos, nos peinamos, nos recomponemos de los bailes nocturnos.

Desayuno improvisado en la matemática cotidiana. Breves conversaciones.

Y nos reencontramos en las palabras.

12 de octubre de 2007

Tras la pausa


Desde la entrada anterior a ésta ha pasado más de un mes. Nos olvidamos del rétulo "Estamos trabajando en solucionar los problemas técnicos. Disculpen las molestias" pero quizás la omisión era innecesaria y sólo había que poner unos tácitos "..." y ya habría hablado el silencio. Otras explicaciones son engorrosas y con el tiempo (un día, unas horas) no tienen sentido y son más olvidadas que el propio olvido.

El silencio tiene algo de infinito, como si fuera imposible medirlo.

Recordamos el título de una película: "El silencio antes de J.S. Bach". Y como aún no vimos la película es un recuerdo vacío.

La mente en blanco, materia gris blanqueada con la cal de las horas.

La primera mirada de la mañana y uno debe reconocerse a sí mismo, debe palparse, debe parpadearse. Aunque no pueda.

Luces dormidas.
Mi corazón bosteza
entre sábanas.

Esperemos que tras la pausa haya algo más que silencio.