27 de noviembre de 2007

Noche



¡Oh Furutone!
La noche en que canta el ganso
tiene sabor de sake.


Kobayashi Issa mira el río Furutone mientras bebe sake y escucha el canto del ganso sin verlo. Canto negro, río negro, blanco sake. Parece una evocación lejana como el siglo en que fue escrito este poema o el año en que Krzysztof Kieslowski grabó esa imagen en la Trilogía de los colores. Y sin embargo no existe más distancia que el pensamiento. ¿Qué es necesario para sentir? Tener sentidos y querer usarlos. Y tener a alguien que sienta los sentidos.

Cerrar los ojos no es dormir. Dormir no es soñar. Soñar no es inventar. El proceso de una cadena es reversible como su propia definición.

Pero claro, todo esto nos suena abstracto, negro como la noche cuando debería ser como las teclas negras de un piano que se acompañan con las blancas y nunca pudieron imaginarse por separado.

La mente resta en negro, esperando que alguien la llame y la encienda.

22 de noviembre de 2007

Crepúsculo



Las sombras causan un placer indefinido, como conjunción del día y de la noche. Las sombras menguan y engrandecen la figura y con ella el sentimiento que contiene la figura, la parte esencial del todo. Aquello que vemos será lo que queramos que sea, pues lo estamos adivinando, lo estamos recomponiendo, lo estamos recreando. No se sabe cuándo pero las sombras avanzan poco a poco y de repente están allí, el cielo velado, a la espera de que nosotros lo revelemos. A simple vista uno podría pensar que el día declina y que nosotros declinamos con él, cuando no es más que otro equívoco de la prisa de languidecer. En las sombras está la esperanza. Llenar el frío vacío de la duda, de la espera incompleta. Es el mejor motivo para reaccionar y encender la luz que surge en nuestro pensamiento, como el mismo brillo que despierta al ave fénix de las cenizas grises, ensombrecidas.

Hoy es siempre todavía, nos recuerda Machado. Que cada uno ligue luz, crepúsculo y oscuridad.

11 de noviembre de 2007

mañana/tarde



Bishop escribe el arte de perder, que no es tan difícil.
Po rahí seguro debe existir la poesía del arte de partir.
Puro movimiento atrapado en la misma dinámica del sentimiento puro de ir y venir.
Partir implica esos dos momentos.
Algo esta siendo dejado, cambiado, transformado.
Perder entonces es trandformar también.
genial como beckett en la partida
Visto siempre por la espalda donde quiera que fuera. Mismo sombrero y mismo abrigo que en la época de la errancia. Tierra adentro. Ahora como alguien en un sitio desconocido en busca de la salida. En las tinieblas. A ciegas en las tinieblas del día o de la noche de un sitio desconocido en busca de la salida. De una salida. Hacia la errancia de antaño. Tierra adentro.

lo demás es la práctica en el tiempo del ejercicio de los habitantes.
errantes.

2 de noviembre de 2007

Tarde




Su nombre no engaña. La tarde es el tiempo de las horas perdidas. Por la tarde siempre será tarde, siempre llegando en último lugar, en el último tren, el último de la fila. El otoño, el otro año.

Hay una bruma que nos impide ver lo que hay más adelante, sólo queda atrás el pasado, eso que damos por sabido hasta que es pensado. Pero no lo pensamos, nos importa más lo que viene después de la niebla.

Las ruedas giran, los días pasan y como no llega respuesta de ningún lugar construimos una casa que habitar. La casa que nos dé seguridad, las paredes que nos arropen del frío exterior, de ese frío desconocido que no sabemos de dónde viene. Nos creamos un dormitorio donde dormir, un comedor donde comer, una cocina donde cocinar y cuando todas las piezas están armadas respiramos satisfechos de haber acabado el puzzle. Para no temblar bajo el sol.