22 de mayo de 2009

Los géneros

Entre muchas de las maneras de distinguir los géneros literarios hay una práctica y suficiente: la lectura. Cuando uno lee un libro enseguida percibe si se trata de poesía, ensayo, cuento, novela, teatro. No entra en las elucubraciones de si se trata de una biografía, una parábola o una prosa poética. Sencillamente uno lo lee y no necesita nada más. La lectura ya tiene sus normas.

La novela se lee cuando queremos pensar sin pensar, es decir cuando queremos tener la impresión de tener un libro a la altura de nuestros ojos y creemos que en cualquier momento puede surgir un imprevisto (nuestra parada de autobús, la llegada de la persona a la que esperábamos, un bostezo) y la lectura quede momentáneamente interrumpida.

Esto también puede ocurrir con los ensayos si no son muy sesudos, pero un ensayo requiere un mayor grado de concentración para codificar el mensaje abstracto y valorar si estamos de acuerdo o no, si no es que no nos ha dormido antes.

En cambio, uno no podría dormirse con una obra de teatro se vamos cambiando de parlamento a cada inspiración y expiración. Se recomienda leer teatro a media tarde, como si nos dilatara tanto diálogo y prolongara el día más allá del pensamiento.

El cuento es lo que es y si provoca sueño y aburrimiento será peor que cualquiera de los anteriores géneros. Más insoportable que una mosca cuando te brota el sudor y no tienes fuerzas ni para secarlo ni espantarla. Aquí no puede haber más trampa que la historia mínima, hay que terminar de una vez sí o sí y como te pierdas nunca lograrás encontrarte.

El poema es un insulto dejarlo a medias. Por largo que pudiera ser, quien no lo termine no está leyendo, está mariposeando por el texto. Y eso está muy feo, sobre todo por las pobres mariposas, que ni siquieran tienen el gusto de leer.

Vamos, que la velocidad y el momento de lectura condicionan que un texto pertenezca a un género y a otro. Excepciones y variaciones las habrá sin duda, pero son tan poco pertinentes como escribir un texto sobre géneros literarios en una noche de calor, con la ventana abierta y la música susurrando Can you help me? Pero es lo que tiene llenarse la mesita de noche de libros, que uno se emborracha de sueño y de palabras y tiene la boca seca y no tiene más sed que la de seguir leyendo para preguntarse qué es todo esto de la lectura y los géneros y qué pinto yo aquí si ahora podría dedicarme a otra cosa.

20 de mayo de 2009

Cambio de rumbo

Y ya no sé, otra vez ha sucedido, voló el avión y el día ha amanecido en otro lugar, que era el mismo del antes, del tiempo anterior. Y otra vez vuelta a aterrizar y vuelta a empezar, el aire del pasado antes del pasado donde el día, cuando es pleno, apenas empieza en el otro lugar, y cuando allí es pleno aquí está por acabar. Repeticiones de lo mismo de lo mismo de lo mismo. Más de lo mismo, menos de lo mismo, el cuento de nunca acabar con la palabra acabar o la palabra volver, la re-vuelta cuyo porvenir apenas se atisba y hay que buscar en las palabras de otros lo que falta en las nuestras.

"¿Es apostar al porvenir de una utopía plantear el pensamiento como re-vuelta permanente y como equivalente a la vida del pensamiento? Freud diagnosticó "el porvenir de la ilusión", y la modernidad lo confirma a través de las aspiraciones de seguridad en las creencias y en la embestida técnica hacia el progreso. Estoy convencida, la única opción posible es el porvenir de la re-vuelta."

Julia Kristeva tenía esperanzas. De su intimismo extraía la clave para una generalizada modernidad. Quizás esto pueda revertirse y verse como el personal cambio de rumbo en un futuro que de alguna manera va tejiendo sus encuentros.

3 de mayo de 2009

Por Bridget, porque la queremos tal como es

Por la tele, justo después de comer, dan una vez más El diario de Bridget Jones, una de las películas que más ha denigrado a las mujeres. ¿Hay algo más deprimente que ver a una chica que pretende ser lo que no es y quiere vivir una vida soñada mientras se olvida de sus virtudes? Y siendo un domingo por la tarde, es para quedarse comiendo en el sofá, suspirando por el amor perdido. Es decir, que como buena verborrea de domingo uno piensa esto para que el domingo no sea así, quizás como desahogo o como una queja tan tópica como el propio estereotipo observado. La cuestión es que, para no perderse en estas vueltas sin más, no deja de ser curioso cómo tienen éxito ese tipo de películas o series como Sex and the city, que pasan por lo que piensan las mujeres. Y parece que lo consiguen, porque por algo tienen éxito o será que como no existe otro tipo de películas y de series que se fijen en el pensamiento de las mujeres, éstas deben tomar el único referente del que disponen. Por suerte, una mujer no se pasa el día pensando en el amor perfecto ni en ser sexualmente satisfecha. Es decir, no sólo piensa en eso. Sería simplificar demasiado su pensamiento y algo totalmente injusto con sus posibilidades de abstracción y de concreción, como reducir su objetivo sólo a la procreación.

Fin del discurso. Otro día será otro día será otro día.