28 de junio de 2009

Muertes paralelas

Con la diferencia de apenas una semana en este tiempo ha habido dos muertes que me han afectado como hacía mucho tiempo no sentía una muerte. Se trata de Vicente Ferrer y de Michael Jackson.

No supe de Vicente Ferrer hasta apenas un año atrás, quizás dos. Recuerdo que una presentadora de televisión pidió ayuda para su fundación y lo hizo con los ojos llorosos. Su emoción era verdadera y eso es algo cada vez más extraño ver en la televisión, donde cada está estipulada cada respiración por el rating, el marketing y el zapping. He olvidado el nombre de la presentadora, el programa y la fecha en que lo vi. Pero era tan inusitada esa reacción que sólo podía referirse a una persona extraordinaria.

Vicente Ferrer murió los 89 años. Dedicó gran parte de su vida a ayudar a los más pobres. Sólo pidió ayuda para ese fin. No quería ser famoso, dijo que la fama es lo peor que le podía pasar a alguien. Pero cualquier palabra está de más. Basta con poner como ejemplo este vídeo, donde se cuenta quién fue y qué hizo. Aunque el mejor ejemplo es el suyo propio, pues es lo más parecido a un ángel que podamos conocer. Si en el mundo no existiera la bondad, si no hubiera nadie que pudiera manifestar esta bondad el mundo, sin más, no existiría. Él mismo lo decir de una manera insuperable en este vídeo: "Si no existiera la compasión y la solidaridad en este mundo, entonces la humanidad no tendría el derecho a la existencia".





A Michael Jackson lo conozco desde que tengo uso de razón. Puedo decir que lo conozco porque crecí escuchando el Thriller y el Bad. Fue el músico que más veces escuché en los '80 y gran parte de los '90. Las primeras cintas de cassette que compré (que me compraron) las usé para grabarlo. Luego vinieron los conciertos de ojos llorosos, de fans histéricos, desmayándose con sólo verlo. Él colmó todas las televisiones, todas las portadas de los diarios antes y ahora. No era sólo cuestión de vender una estrella, como bien supieron (y de nuevo saben) aprovecharse las discográficas. Es que me resulta imaginar mi infancia y mi adolescencia sin Michal Jackson. Sin la primera máquina recreativa a la que jugué, Moonwalker, en la que disparabas rayos y te transformabas en robot al ritmo de Smooth Criminal o de Beat It; y reservaba escrupulosamente una moneda de cien pesetas para usarla en esa máquina. Ni tampoco podría imaginarme las carpetas forrads con su silueta, en las más diversas posturas. Ni las horas viendo Thriller, asustándome, impresionándome ante un vídeo como ése, o el Bad, que miraba a cámara lenta y marcha atrás para percibir con detalle cada paso de baile.

Michael Jackson murió a los 50 años. Dedicó gran parte de su vida a hacer felices a los demás con sus canciones entusiastas e irrepetibles. Era famoso casi desde que aprendió a hablar y adonde fuera reunía multitudes enfervorizadas por la posibilidad de su presencia. Luego vino lo que llamaron el escándolo de ser acusado de pederasta, aunque era imposible admitirlo, pues él tenía otra concepción del mundo, ajena a lo que se entiende habitualmente. Él entendía que a los niños les falta cariño y es lo que quiso darles. Si no lo hizo de la mejor manera nadie puede culparle porque nadie puede dudar de su cariño, al margen de lo legal o lo moral. Fue un persona extraordinaria y si no hubiera nadie que pudiera expresar lo que hizo él con la música qué existencia tendríamos.

Estas dos vidas parecen contrarias. Y sin embargo se pueden aunar. En este texto. En esta canción:

12 de junio de 2009

Moscas

Ahora resulta que el espacio donde hoy se mueven los habitantes ha cambiado tanto que se ha llenado de calor, y como no resulta muy cómodo llevar la piel emparrillada abren las ventanas para que el aire de la habitación se hermane con el del exterior. Ese gesto lo celebran las moscas, pues ellas no desean más que invadir los espacios prohibidos y hacer todo lo que se supone que no se debería hacer. La alegría de la mosca es inconmensurable al fertilizar de zumbidos el aire cúbico de la habitación. Hay muchos objetos donde posarse y muchos relieves cuya dimensión secreta habrá que recorrer con todas las patas. Lástima que no todos opinen lo mismo y así un ser inanimado, de formidables dimensiones y prodigiosa velocidad, las persigue y como un latigazo cae sobre ellas una y otra vez. Pero, como es bien sabido, es imposible acabar con ellas, pues en realidad son pequeños diablillos negros que reviven en cuanto han caído, y si por casualidad no parecen levantarse pronto vendrán con otro cuerpo y otra sonrisa zumbadora a bailar alrededor de su verdugo. Ni siquiera las inquieta la araña Mafalda, que cada año las espera en la ventana, oteando el horizonte.

No todos son tan beneficiados por el calor. Los habitantes por momentos se vuelven pesados y espesos y por eso se ven obligados a mantener la boca cerrada y a no malgastar sudor tras las moscas, que vuelan con más fervor, excitadas por ese olor seductor. De modo que por si las moscas mejor damos por terminado el acto oficial de bienvenida al verano y nos vamos con el punto final, minúsculo y negro, que ya llegó, que ya se asoma, que aquí está.

9 de junio de 2009

Schibboleth

Como si aquél mismo que invita o recibe, como si el habitante residiese siempre, él mismo, en casa del habitante, ese huésped al que cree dar hospitalidad cuando, en verdad, él es quien empieza por recibirla de éste. Como si, en verdad, fuese recibido por aquél que él cree recibir.


Esta reflexión de Jacques Derrida viene que ni pintada para agradecer a los pocos que se acercan a este lugar semianónimo, que a veces es un cactus en el desierto y otras un bosque tupido, e incluso se atreven a regalar su tiempo al que escribió esto, como él mismo hizo una vez bajo un discreto anuncio de "Regalo tiempo" y que pocos entendieron porque quién regala el tiempo si es inasible y si además es gratis. Y lo gratis no se regala, cómo no.

A veces, de todos modos, el silencio, que pesa como el verano, tiene que recorrerse hasta el fin del camino y abrirse en una ventana y echar a volar batiendo sus hojas hasta ser árbol y llegar hasta las raíces cuadradas que de moverse se han hecho ruedas y se [interrupciónporfuerzamayor]

4 de junio de 2009

El somiatruites

Un somiatruites es lo que con torpeza traducimos del catalán al castellano como visionario, por no dar la traducción literal de sueñatruchas o sueñatortillas, aunque éstas sean mucho más sugerentes y evocadoras que el simple 'visionario'. Así que para perdernos lo mínimo de esta canción soñadora-truchera-tortillera de Albert Pla (interpretada por Lídia Pujol y acompañada por Dolo Beltran y por el propio Albert Pla) vendrá una canción aproximadamente literal, oníricamente evocadora que nos permita soñar por la mañana, al salir de la cama y recibir la literal realidad:




Hay una escuela perdida
allá, en medio del Montseny,
donde sólo estudian los niños
donde sólo estudian los niños
que sueñan con tortillas (o truchas, pero hoy mejor tortillas)
Es la escuela de los sueñatortillas
es la escuela de los sueñatortillas
donde sólo estudian los niños
que sueñan con tortillas.
Allí está Joan que soñaba
que su cama tenía alas
y por la noche despegaba
y volaba y volaba y volaba
y Lídia que soñaba que su novio era un lobo
y se pasaba toda la noche
aullando bajo la luna llena
Y lo hacían así
au au au au au au au
au au au au au auuuuu
auuu au au au au auuuuuu
auuuu auuuuuu auuuuuu
auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu uuuuuuuuuuuuuuuu uuuuuuuuuuuuuuuuuu
Y Fina soñaba
que respiraba bajo el agua
y nunca se ahogaba
y se hacía unos pendientes con perlas marinas
Ah, y además era íntima amiga de los delfines, los tiburones y las gambas
Y Marta soñaba
que la tierra era cuadrada
y que se iba de vacaciones a otra galaaaxiaa
Y Fidel que soñaba
que le metía una pedrada al rey de Espaaañaaa
Y Gerard que soñaba
que era Gerard que soñaba
que era Gerard que soñaba
- sí, yo lo entiendo eh - sí - sí, yo lo entiendo -
Y Joana soñaba
que su padre nunca le pegaba
- ¿ah, no? - No - ¿Y de Roser sabes algo? - Sí - que su madre nunca la reñía - Ah, qué chulo
Y Cristina
se iba chin, chin a la China
y hablaba chino de la China chin chin chino chao chin
- ah, yo también, chun chao - ah, che nai tse - aaai
ai cho ni jai ni joi
dejosele nole nijole nipoile
ai dejole sole nipoi
ta gurusepai chin nichone coregatepoi
nochele tale nipoi (transcripción en catalán occidental)
GOOOOOOOOOOOOOOOOOONG
Y Albert
que soñaba y soñaba y soñaba
y cde tanto que soñaba, claro,
a la escuela nunca se presentaba
pero la maestra nunca le ponía una falta
y... siempre le aprobaba
¿Sabéis por qué? Es que...
Y es que Albert de estudiar de no estudiaba
pero de soñar...¡joder si soñaba!
Y la señorita que simpática que era
que cantaba en las noches de luna llena
así, como una gitanita
Espera que te enseño... Un, dos, tres y...
lailolololoai ole olelele
lailolololai oooooooolelele
lailo lailoo lailo lailooo
Y es que hasta el conserje soñaba
con escuelas
que pintaba así
sin rejas, sin clases
sin murallas ni tonterías de ésas
Sólo soñaba escuelas
donde hacían carreras
los sueños
de los niños y las niñas
Ah, y por cierto,
mientras tanto,
la Fina nadaba entre sirenas
Glugluglu gluglu glugluuuuu
glugluglugluglu glugluglu
Glugluglu gluglu glugluuuuu
glugluglu gluglu glugluglu
glugluglu gluglu
¿Cantamos más? Es muy chulo el gluglu, mira
Glugluglu gluglu glugluuuuu
glugluglu gluglu glugluglu
Glugluglu gluglu glugluuuuu
glugluglu gluglu glugluglu
everybody yeah
Glugluglu gluglu glugluuuuu
glugluglu gluglu glugluglu
Glugluglu gluglu glugluuuuu
glugluglu gluglu glugluglu
Yeeeeeah yeeah
Glugluglu gluglu glugluuuuu
glugluglu gluglu glugluglu
Glugluglu gluglu glugluuuuu
glugluglu gluglu glugluglu
Enciende las luces, enciende las luces
Glugluglu gluglu glugluuuuu
glugluglu gluglu glugluglu
Glugluglu gluglu glugluuuuu
glugluglu gluglu glugluglu

Y la despedida, los agradecimientos. Y ya me voy a casa que ya tengo bastante.