30 de diciembre de 2011

Balances y listas


Aunque, por curiosidad, le echo una mirada a las listas de lo mejor del año no soy de los que las siguen, y mucho menos de los que las hacen. Películas, libros, discos... con algunos coincido, otros me dejan indiferente y a algunos los echo en falta. A fin de cuentas hablamos de gustos. Pero no quiero establecer ningún criterio de calidad de que esto es mejor que aquello, a esto le corresponde un puesto más alto, etc. Prefiero reservar esas clasificaciones a las listas de los más vendidos, que ni hago ni menos me ocupo.

Los balances sí suelo hacerlos, y los disfruto. Porque así como muchos desean que el próximo año sea mejor yo sólo espero que se cumpla lo bueno que ya he comenzado en éste.

1 del 1 de 2011, año uno, escribí por entonces. Y nadie duerme.

20 de diciembre de 2011

Dejar de escribir

Me sorprende que Lucía Etxebarría haya publicado en su Facebook:"dado que he comprobado hoy que se han descargado más copias ilegales de mi novela que copias han sido compradas, anuncio oficialmente que no voy a volver a publicar libros en una temporada muy larga". He leído la noticia en El País porque ni soy seguidor de sus comentarios ni tan siquiera he leído un libro suyo. Y después de esta perla menos ganas tengo cuando hay tantos buenos libros por leer. Así que como el hipotético lector también los tendrá sólo dejaré unas obviedades:

- Hay muchos artistas que confunden el arte con el negocio. Es lógica la confusión cuando el arte resulta lucrativo, pero no será difícil advertir que el arte tiene más que ver con el ocio que con el neg-ocio. Sólo cambia de bando cuando se olvida qué es el arte.

- No es desatinado intentar vivir de lo que uno hace. Sí lo es venderse al mejor postor.

- Cuando no escribo no es porque no quiera sino porque no puedo. Es algo que necesito.

- Aunque a algunos les cueste creerlo, un escritor debe tener en cuenta a sus lectores. Si sólo piensa en sí mismo no tiene por qué publicar.

- Si un día dejara de escribir no escribiría "dejo de escribir". Simplemente no escribiría más.

21 de noviembre de 2011

18 de noviembre de 2011

A tientas



Volver con toda la calma,
llegar al verbo y no perderlo
tan de golpe.

Es necesario seguir la velada
inocente.

La traba sin ritmo cae lenta.
No hay miedos bajo la forma personal.
Imperfecto. Sin escombros.

¿Puedo pedir si el retraso tiene reembolso?
Voy a tratar de no perturbar al tiempo.










Grabado de Gisèle Celan Lestrange.

21 de septiembre de 2011

Ya no hay respuestas

El dolor son dos líneas paralelas que no se atrevieron a cruzarse.

¿Por qué escribir la última palabra después del silencio?

16 de septiembre de 2011

Lluvia oblicua

El abrazo es una evasiva, el abrazo no es más que un orden circular. Sigo su gesto, lo imito. Soy espectador, esperando, observando. Sin actuar. Qué me dijiste cuando aún no te conocía. Será quizás un espejo de opuestos. Me visto del revés, despierto el secreto, puedo pagar el rescate. Tu silencio es presencia. Déjame ser yo, déjame ser yo contigo. Esperando el aguacero.

8 de septiembre de 2011

II Festival de Poesía en la Escuela

El próximo lunes comienza uno de los acontecimientos del año en Buenos Aires. Tal vez algunos, por estas fechas, piensen más en el FILBA del Malba tratándose de literatura. En realidad, sin desmerecer el citado, hay otro festival que merece toda la atención porque trata de la poesía como la experiencia de escribir y de compartir las palabras, y ése es el fundamento de la literatura. Al margen de estudios, de programas, de teorías y de prácticas, la literatura - y, en su esencia, la poesía - es leer y escribir como quien habla, come o respira, que es lo que tuvimos que aprender en el colegio en lugar de entenderlo como una obligación. La poesía debería ser como la música que escuchamos: porque nos emociona, porque nos gusta, porque la necesitamos. Esto, precisamente esto, es el Festival de Poesía en la Escuela. Ayer asistí a la apertura de la segunda edición y aún me estremece tanta alegría. Yo era un invitado anónimo pero enseguida me contagiaron los virus plásticos de Pablo Runa - cuánto arte en tan poco tiempo - y la bienvenida a la revista y a los poetas de Marisa Negri - detrás de todo proyecto excepcional hay una presencia excepcional - y el turno renovado de Javier Galarza y de Alejandra Correa y la poesía susurrada de los chicos que aún estudian en la secundaria - el regalo de Florencia - y las palabras mágicas de Natalia Litvinova - tanto cariño -. Conózcanlos, por favor.
Quien esté cerca de Buenos Aires no puede perderse este festival. No creo que nunca llegue a recomendar algo mejor.

6 de septiembre de 2011

El pasado

El pasado
no se quedó en mí,
sucio de sabiduría.
Poco dejé atrás.
Fui despojado de mi abrigo,
sin aciertos ni errores.
Pero llevo los nombres conmigo,
me dejo llevar en ellos.

29 de agosto de 2011

¿Reunirse, reconocerse?

La soledad es un árbol sin raíces que no perdona el destierro: yo solo no puedo avanzar, dudo, tiemblo al borde del precipicio, mantengo la tensión, no quiero saber más.

25 de agosto de 2011

Variante de un final



La bahía refleja el agua oscilante,
el agua contra el espigón,
el agua instante refluyendo.
La bahía luminosa,
la bahía abierta como el libro,
desplegada ante a mis ojos,
tú vienes,
la espuma seca la orilla.

16 de agosto de 2011

Una semana en Merlo

Hace unos días participé en un proyecto extraño, ajeno a mis costumbres; aunque cuanto más lo conocía más me acercaba a mí mismo. Se entendía como las encuestas de un partido político. Yo lo viví como una experiencia social, porque a quien me abría la puerta de su casa le pedía que me contara sus problemas para que entre unos y otros políticos los solucionaran cuanto antes, aunque sólo fuera para ganarse el voto. Y los vecinos confiaban en mis palabras, me daban su nombre, me contaban que les faltaba agua corriente, gas, cloacas, asfalto, luces en la calle. Otros me rehuían con miedo de que se enterase el intendente y mandase una patrulla a golpearlos en su propia casa, y la falta de moral se unía a las otras carencias.

El tercer mundo no era una postal televisiva, sino que estaba a mi alrededor, en Merlo, a poco más de una hora de Buenos Aires. Allí abundan las historias de niñas violadas, cadáveres descuartizados, cuerpos empalados. Los que salen a la calle comprenden en su boca que el sudor es un bien ajeno y que deberán volver antes de que las criaturas de la noche invadan las aristas de barro; y no hay más esperanza que la paciencia. Y sin embargo yo vi un instante azul. Entre zanjas podridas de animales verdes, entre campos yermos sobrevolados por aves rapiñas, entre las amenazas de los punteros. Yo me vi abrazado, me invitaron a beber, compartieron conmigo un precario sandwich, lloraron en mi despedida. Con mis compañeros formé un grupo heterogéneo que se unió por una generosidad extraordinaria, como sólo es posible si no se finge, si es tan sincera que te incita a redoblar tu espejo en la verdadera igualdad. Hubo excepciones de avaricia y soberbia pero fueron mínimas y se perdieron en su propia distancia. A medida que pasaron los días se agolparon el sueño, el frío, el cansancio, el hambre, el calor. Los chicos se drogaban en las esquinas. Los mosquitos taladraban las veredas. Los perros sarnosos seguían las piernas vacilantes. La hierba gemía de sol y excrementos. Los timbres sonaban a palmas. Es curioso que en un páramo tan desolado yo fui, sobre todo, feliz.

27 de julio de 2011

Literatura y rock

Muy interesante la jornada sobre literatura y rock argentino organizada en el Ecunhi de Madres de Plaza de Mayo, en la antigua Escuela de la Mecánica de la Armada. Lo que puede cambiar el sentido de un lugar por el uso que se le da: de escuela militar a centro clandestino de detención y tortura, de centro clandestino de detención y tortura a espacio cultural. Y la evolución ha sido tan completa que yo, siendo ajeno a lo militar y a las torturas, me he sentido muy cómodo en un lugar donde la cultura era lo que más importaba.

Primero, un documental sobre los 30 años del rock argentino. Muy útil para tener una visión global de lo que ha sido esa música en Argentina y ver que por ejemplo Gustavo Santaolalla, antes de tocar tango electrónico y componer bandas sonoras, tenía un grupo llamado Arco Iris, cuyo nombre ya delata su estética.

Segundo, una lectura poética de Juan Desiderio y Marisa Negri. Vale la pena conocer a una poeta como Marisa Negri y explorar con ella esa región porteña tan inaudita como es el delta del Río de la Plata. Y además organiza algo tan bello como un proyecto de llevar la poesía a las escuelas (http://poesiaenlaescuela.blogspot.com/).

Y de postre, Miguel Cantilo, toda una eminencia en la música argentina. Y la charla que conllevó para confirmar: que la música argentina de las radios sólo es la puramente comercial sin fondo ni riesgo; que los productores musicales son meros empleados de las discográficas sin que apenas intervengan en los discos; que en las radios comunitarias se pueden escuchar los grupos más atractivos; que el rock sustituyó al tango por la decadencia de las orquestas y eso a los tangueros les llevó sentir animadversión por los rockeros; que si Miguel Cantilo va a publicar un nuevo disco de temas inéditos es porque aún tiene mucho que decir; y que la situación musical argentina es, en definitiva, la misma que la española.

26 de julio de 2011

- i -


Como si fuera una historia, un avestruz no puede ver la solución porque los problemas son la tierra que tapa su cabeza, pero no por cobardía sino por su propio peso. Entonces el avestruz, angustiado, no tiene más remedio que inclinar su cuello y perder su verticalidad para ser un ridículo emplumado. Habría que removerle la tierra, correrla a un lado para que levante cabeza y recupere su velocidad. Por ahí el poeta ya no es un albatros ni un cisne sino un avestruz que ya no vuela ni nada, sino que debe correr a ras del suelo para eludir los nuevos árboles y crear su velocidad de las cosas. Algo así podría ser.

22 de julio de 2011

Indecisiones

Esta huella que voy dejando puede ser recogida por quien venga de paso, siempre y cuando no sea interrumpida. Cuando nos interrumpen nos quedamos incompletos... ¿pero si hubiéramos seguido habríamos llegado a completarnos? No sé, esto parece una manera de divagar de la nada, nadando en la nada. Nada. Ilegible. Por ahí no se puede leer porque no se quiere leer. Y ahí surge un poema. De Paul Celan. Que dice (nos dice, nos da):

Ilegibilidad de este
mundo. Todo doble

Los relojes fuertes
dan la razón a la hora escindida,
roncamente.

Tú, enclavado en lo más profundo de ti,
te resurges
para siempre


De Parte de nieve, seguiré su rastro en la nieve antes de que vuelva a detenerme una interrupción.

14 de julio de 2011

Leer, releer

Leo un haiku de Bashō:

El sonido del remo
en el agua
en la noche
en las tripas heladas.

Y enseguida tengo la sensación de que algo no está bien. Lo pienso por unos instantes y se me ocurre una variante:

Eco del remo
en las tripas heladas
de la noche.

Que mantiene la estructura típica del haiku de tres versos con 5-7-5 sílabas. 'Sonido' me parece una palabra obvia porque hasta el silencio suena y en cambio el eco tiene sonido de ida y vuelta y admite que participemos en él. Por otro lado 'agua' es una palabra que se sobreentiende porque se suele remar en el agua (lo raro sería remar en otro líquido). Un haiku es (parece) simple pero no debe ser obvio. Claro que esta interpretación del poema es la mía y puede que sea errónea o tan inexacta como la anterior. A fin de cuentas yo no sé japonés (el original es Ro no koe nami wo utte harawata kôru yo ya namida) y todas las lecturas son traducciones de lo que quiso decir el autor a lo que entendemos nosotros. El hecho de que el poema esté en una lengua distinta a la mía es sólo otra clase de traducción. Luego ya veremos si lo aceptamos o lo dejamos pasar de largo.

11 de julio de 2011

Por leer a destiempo

A pesar de los alientos por lo que escribo aún me cuesta creer que importen mis textos, salvo la crítica de textos ajenos porque puedo mandárselos al autor y compartirlo con él, ese otro tipo de comunicación que de alguna manera también hallamos en los blogs pero en una escala menor porque no hay tanto que decir. Así que mientras me complico dándole vueltas a mis ideas personales comento las ajenas. Lo que en ningún momento puedo dejar es la lectura, y ahora estoy leyendo a Susan Sontag y a Roland Barthes, unos libros que se publicaron en los años '60 y que entonces no leí por mi edad y porque otro libro les ganó la partida.

Sontag y Barthes siguen siendo dos escritores muy interesantes. Quizás algunos de sus pensamientos han envejecido porque la literatura de hoy no es la misma que la de hace cincuenta años pero lo que ha perdido valor literario (y tiene de histórico) no es de los temas que tratan sino de los libros que analizan. Porque, ¿quién lee hoy a Robbe-Grillett, Max Frisch o Natalie Sarraute? ¿Quién ve las películas de Robert Bresson o de René Clair? Los nombres aún pueden ser conocidos y alguna de sus obras se encontrará en las bibliotecas pero ahora sólo se ven como antigüedades. Ya no son novedad y al perder su efecto sorpresivo es como si tuviéramos que hacer el esfuerzo de conocerlas. Claro que en esto tienen que ver las modas y si de repente a alguien se le ocurre reeditar a la Sarraute y ponerla en el escaparate de todas las librerías, quién no nos dice que no vuelva a ser atractiva. ¿Pero por qué tiene que hacerlo alguien? ¿Y por qué si veo una película de Antonioni automáticamente soy un intelectual(oide), si veo una de Kieslowski soy un cinéfilo y si veo una de Edgar Wright soy una especie de nerd? ¿Por qué sólo veo confusión entre tanta palabra? ¿Y por qué las explicaciones dan más preguntas que respuestas?

8 de julio de 2011

Historias de la escritura

Alguna vez me he preguntado por qué escribo. La última, apenas unos días atrás. Me lo pregunto porque nadie lo hace en mi lugar. Los que se animan a leerme me dicen está bueno esto o no me gusta esa parte o se quedan en silencio, como si no se pudiera añadir nada más tras mi punto final. Yo creo, para empezar, que escribo para continuar el punto de lo que leo. Que primero fue la lectura no es ningún enigma. En cambio la escritura es el resto, el desecho, lo que queda del pensamiento cuando quiere ser forma. No tengo la desgracia de escribir bajo presión porque mi vida corra peligro, esté preso, deba denunciar algo que está pasando o cualquier otra urgencia. Mi única presión es el impulso de convertir en palabras lo que estaba pensando. Pero las palabras no pueden quedar sólo en un texto. Escribo sobre todo para acompañar y ser acompañado. Si no fuera así no sentiría ese impulso. Qué podría significar escribir para uno mismo si no fuera recluirse en la soledad. Y yo no quiero estar solo, quiero irme contigo y que te vengas conmigo. La soledad es aquella sensación que no admite la pureza. Sería como la música sin oído. También escribo para escuchar. Entonces, como no se me lee, como no importa leerme, no escribo, no tiene sentido escribir.

30 de junio de 2011

Roma, Turín

No creo que siga con esta búsqueda de portales pero quise pasarme por Roma ya que no hace mucho la visité como un completo ignorante de por dónde caminaba. Salvo las que indicaban los carteles turísticos no obtuve más referencia que la puerta de una iglesia que aparece en El código da Vinci, del que no he visto la película ni he leído el libro. Poco podía interesarme, pues, esa referencia. Así que me acordé de la experiencia y volví a Roma para instalarme frente a la casa donde estuvo viviendo María Zambrano:


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Hoy es el restaurante dal Bolognese, que tan sólo parece albergar la gastronomía como actividad cultural (y en Italia la cocina es todo un arte). Lo que antes y ahora viene cumpliendo la misma función es el hotel Roma, de Turín:


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En la habitación 346 de este hotel (por entonces era el Albergo Roma) Cesare Pavese se suicidó. Cómo pudo llegar allí, después de escribir en su diario dos días atrás: “Todo esto da asco. Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más”.
Dos estancias provisionales en lugares de paso. No se trata de forzar las circunstancias para que coincidan. ¿Pero por qué aislar las últimas líneas del diario de Pavese? ¿Por qué buscarles una relación con el inicio de una carta de Zambrano a Lezama Lima que escribió en Roma, en la que sólo le escribe "dos líneas solamente pues estoy que no puedo más de trabajo, para pedirle que me envíe pronto, dos o tres poemas suyos"? Lo más fácil es pensar, con Pavese, que trabajar cansa. Pero hay algo más, algo que no logro descifrar, algo que me entorpece la distancia, como de signos enharinados por el polvo del aire. Qué quisiera escribir en este instante.

28 de junio de 2011

La ubicuidad



Yo no quiero ser el que dicen que está en todas partes pero cómo me gustaría estar en un lugar sin tener que sacrificar los otros. El tiempo también pero hoy estamos con el espacio. Y ese pensamiento surge de un cuadro de María Helena Vieira da Silva, quien era muy del gusto de Cortázar, y Cortázar vivía en París, y entonces:


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Nos vamos, en esta suerte de magia que es internet, justo delante del portal donde Julio Cortázar vivió tantos años, la Plaza Général Beuret 9, que fue su casa hasta que murió. Es posible que para entonces no hubiera un café y una farmacia, pero el portal sigue conservando su sombra. Como el de la Avenida Émile Zola 6, donde vivió Paul Celan, cerca del puente Mirabeau, desde donde se lanzó al Sena:


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Son casas discretas, confundidas entre el laberinto de la ciudad. Hoy París, mañana quizás Roma, Atenas o Estambul. Pero estamos en Buenos Aires y aún no fatigamos la ciudad.

10 de junio de 2011

La realidad y yo

Como hoy Chantal Maillard se ofrecía a dar una entrevista nos hemos animado a hacerle una pregunta y ha sido una de las que ella ha querido contestar. La pregunta era nada menos que:

La autobiografía es una transfiguración de la realidad, ¿pero hasta qué punto podemos confiar en la realidad? ¿Y en uno mismo? Muchas gracias, Chantal, por darme una voz donde reflejarme.

Casi nada. Aunque también hay que decir que era una pregunta con la que lucirse, y más tratándose de alguien como Chantal Maillard, que escribió:

Sin embargo,
sin embargo,
sin embargo... No me
fío de mí. Nada es
permanente. Menos
lo es la palabra. Esto
tampoco,
esto tampoco,
esto tampoco. No me fío,
no te fíes de quien
dice, de quien
habla, de lo que se
dice, de lo que dices,
de lo que digo,
no me fíes,
no te fío.


Su respuesta no decepcionó:

Toda historia es invención, ya sea personal o colectiva. Se crea a partir de unos cuantos elementos que se extraen de una multitud posible. ¿Confiar? ¿Quien nos pide confiar? Sólo en lo idéntico a sí mismo podríamos confiar, porque sólo lo idéntico a sí mismo es inalterable. Por eso creamos al Dios racional: uno e idéntico, a imagen de nuestros conceptos.

Es cierto. Y además su opinión coincide con la nuestra. Por eso mismo éste es un diario que nunca lo ha sido, ni en su sentido temporal (escribir aquí todos los días mmm como que nunca se ha hecho) ni en su sentido confesional (por mucho que haya una sección que se llame "confesiones"). Pues todo texto se crea como invención, es decir se convierte en ficción porque elegimos las palabras, el orden y hasta el caos en que se escribirán. Y aún así pronto dejan de ser nuestras, se desvinculan de nosotros y van a su aire. ¿Quién las leerá? ¿Qué entenderá de ellas? Incluso el testimonio más verídico puede ser ficción. Y en eso estamos. Partimos de una anécdota y llegamos a algo más, que no sabemos qué es, que no admite ser definido, encerrado, contemplado como sinónimo de la verdad. No somos idénticos. Vamos cambiando.

21 de mayo de 2011

Del 15 al 22 de mayo

No sé por qué, cuando supe de las movilizaciones previstas para el 15 de mayo en las principales plazas de España, mi primera impresión fue escepticismo. He seguido varias movilizaciones (en algunas incluso he participado) que se han venido dando en los últimos años, como la de Argentina en 2001 por el Corralito y la de España en 2004 por la participación en la invasión de Irak. En dos manifestaciones tan significativas el resultado dista mucho del deseado: la consigna argentina de "Que se vayan todos" se convirtió en la mera sustitución de un presidente por otro y el anterior no se juzgó y hoy disfruta de su paga vitalicia en el propio país; mientras que el español "No a la Guerra" no cambió en absoluto el envío de tropas a un país que ni siquiera había amenazado a España. Entonces, ahora que ha surgido una nueva movilización cuyo lema es "No les votes" (al PSOE y el PP) es lógico que no me entusiasme con un posible cambio y que las elecciones las acaben ganando uno de los dos partidos mayoritarios, seguramente el PP por aquello de que está en la oposición y de que se le supone algo distinto.

Bueno, a pesar de que:

- Seguirán mandando los políticos de siempre, perpetuados en amigos y familiares y acomodados con un sueldo vitalicio;
- La Ley d'Hondt, que favorece el bipartidismo, seguirá vigente;
- Se mantendrán en las listas los imputados por corrupción;
- No se suprimirá una institución tan inoperante como el senado;
- No se cambiarán las leyes para tener una vivienda digna;
- No se celebrará ningún referendum para tomar decisiones económicas o militares;
- Los directivos de los bancos y de las multinacionales no son votados;
- No habrá revolución.
- Existen voces críticas que deforman las peticiones de los manifestantes y pretenden convertirlos en antisistemas que usan lemas similares a los que usaron los fascistas.

Creo que los cambios pueden ser más trascendentes de lo que muchos sospechan, pues no se trata de la pataleta de un niño al que se le olvida todo después de darle un caramelo. Esta vez las protestas van dejar un poso que aún no han visto los que no ven las cosas hasta que han sucedido y entonces las etiquetan de históricas. Es una protesta que va más allá del discurso oficial que no saben cómo manejar ni políticos ni medios de comunicación. No saben qué es. Pero pronto lo sabrán.

7 de mayo de 2011

Sobre habitar

"Habitar no es tan sólo interpretar. Habitar es pensar una situación habiéndola vivido"

Luis Frontera lo piensa en una humana nota sobre Ernesto Sábato. Los habitantes leemos su nota y leemos a Sábato, y con él habitamos.

1 de mayo de 2011

Un mes

Hacia el 1 de mayo el día se levantada en volandas de un aire frío que adelanta el próximo invierno. No hay una fecha exacta de cambio de impresiones pero hoy se regala un cruce de ideas. Buenos Aires. Feria del libro. Recital de poesía con largos prolegómenos en los que la poesía se ahoga entre tanta palabra de agradecimiento. Suele ser así en estos actos. Cuando el autor termina la lectura de cada poema el público aplaude sin haber entendido de qué trataba; antes el traductor había quebrado con su voz cualquier atisbo de discernimiento entre el ser y la nada. El poeta, impertérrito, aborda el siguiente texto. Sobre silencios y heridas. El asfalto, la cruda ciudad. El público renueva su salva tras el eco, hasta que el poeta adelanta la lectura para no dar pie a nuevas interrupciones. Es un poeta con mucho oficio, lleva décadas escribiendo.

Luego viene un río de gente que afluye al río de coches, en el estuario de las entradas y las salidas. Silencio, es decir nadie habla. Es de noche o es por la mañana. Lectura de una visita al Parque Patricios. Otro barrio desconocido. ¿Pasó por aquí? ¿Es una página leída o recorrida como una calle? Si las ideas coinciden es más fácil reconocerse. Camino en rumbo opuesto. Todo un mes. Es necesario más tiempo.

13 de abril de 2011

Postal del 11 de marzo


Es raro: mientras estaba pensando sobre el terremoto de Japón se han caído, justo ahora, un cuadro, la puerta de un armario y una planta. Será cosa del viento pero no dejo de conmoverme cuando releo el mensaje que me mandó Jennie hace unos días sobre cómo vivió el terremoto. Ella no vive en Fukushima sino en Tsukuba pero no tan distante del epicentro como para sentir muy cerca las consecuencias.

El viernes 11 de marzo yo estaba frente al computador cuando empezó a temblar. Anteriormente, cada vez que temblaba, yo sólo miraba hacia arriba y alrededor y esperaba no más de 10 segundos a que el movimiento se detuviera - tal vez menos -; casi siempre llega primero el sonido y luego la vibración que rápidamente se detiene…

El tiempo llega tarde. No desciframos su oleaje hasta que nos arrastra. Y entonces nos quedamos sin respuesta. La costumbre se ha roto, la tormenta ha desbordado el vaso y su golpe todo lo transforma. Ya nada es lo mismo, el tiempo cambia su ciclo y se convulsiona.

Anteriormente nunca llegué a pararme siquiera de mi silla, y durante los temblores me sentía como cuando paso un puente a pie o en carro, resguardada por la Tierra; a menudo mi “mente” suele superponer imágenes a ciertas situaciones, y cuando paso por un puente y mi estómago se convulsiona ligeramente, veo el escenario desde arriba, muy arriba, y alcanzo a ver el puente reposando en las piernas de una calmada mujer, y siento-pienso que ella me está cuidando…

Para entonces el tiempo nos silencia. Sólo podemos buscar el lugar más más estable. Como el gato
que, ante el peligro, se esconde en el rincón más oscuro, donde todo es nada, donde no pasa nada.

Salí del cuarto y la casa se movía para un lado y otro, era como estar dentro de una caja bamboleándose para lado y lado, y de algún modo, me puse unos tenis, cogí mi celular, las llaves de la casa, monedas de 10 yenes y con Kumori en brazos salí sólo para encontrar la puerta de entrada del conjunto cerrada; entonces el temblor ya estaba bajando de intensidad y escuchaba a personas hablando afuera…

Y así, de una grieta se deshilacha la tierra. Oscura claridad, el eco del eco del eco va creciendo, va rugiendo, hasta invadir nuestro aliento. El mundo es un cristal oblicuo, la piel se arruga.

No pasó mucho tiempo cuando nos sorprendido el segundo temblor… ¡Fuerte! ¡Impresionante! ¡Y diferente! (Este segundo temblor fue una réplica del primero; su epicentro fue en el mar cerca de Fukushima) El primero fue un movimiento de lado a lado sobre una vibración constante; el segundo se sacudía de arriba hacia abajo, bruscamente, literalmente uno sentía que no tenía los pies sobre la tierra; se veían los edificios y los carros saltar, y el sonido bajo mis pies era tal que no podía sino pensar que en cualquier momento se iba a rajar la tierra…

Ya quebrados los sentidos, los nombres se entremezclan en la confusión de la noche y el día. Las certezas se imponen como una fatalidad, iluminadas entre los cristales rotos.

Supe que si debía morir, moriría; supe que la parte de mi que no quería morir porque no era lo suficientemente fuerte para enfrentar “la muerte” era extrañamente pequeña en comparación con aquella parte de mí que sabía que ya alguna vez había muerto; supe que ya era tanto vida como muerte; me reconocí como un peón y como un dios, de la manera más humilde que puedan imaginarse… supe que todos éramos peones y dioses, y que quien muriera, nacería; y que quien sobreviviera, moriría…

Así se crea una nueva costumbre. A las dudas se les asigna una respuesta para que pesen menos y el mundo despierta de nuevo como recién salido de un naufragio de lodo.

Cuarto temblor… Quinto… Sexto… ¿? Y el señor del correo llegó en su moto a dejar correspondencia en el conjunto de apartamentos contiguo; otro señor pasó caminando con su niña pequeña… Mis vecinas japonesas salían y entraban de sus apartamentos, primero con otra chaqueta, luego con el bolso, después con las llaves del carro; por último reubicaron sus automóviles de frente a la salida; sin embargo, fue una medida de precaución porque nunca llegaron a irse; estuvieron siempre calmadas, sin gritos ni nada por el estilo… Cuando ya se sentían más suaves las réplicas hablamos con una de ellas, me sorprendió mucho la manera en que nos sonrió, como calmándonos y calmándose con su sonrisa.

Pero la vuelta a la normalidad se encuentra con la normalidad anterior, se enfrentan cara a cara. La lógica ha perdido su sentido ante nuestros ojos. Por un momento nos separamos de nuestro cuerpo, dejamos de ser protagonistas y nos convertimos en testigos para comprender alguna cosa.

Cuando por fin entramos de nuevo al apartamento miramos qué se había caído, si algo se había roto; nuestro apartamento no tenía ni tiene muchas cosas colgando o en lugares altos, así que no pasó casi nada, la mayoría de cosas que se cayeron eran de madera, plástico, etc., sólo se rompió un pocillo. Luego revisamos lo demás: No había gas; salía sólo un hilo de agua de la llave; el teléfono no funcionaba; el celular estaba muerto (ni llamadas ni mensajes), pero había luz!! Encendimos la televisión para ubicar el epicentro del terremoto y entonces vimos las imágenes del Tsunami y comprendimos la magnitud de lo que había ocurrido. Por supuesto como todo buen extranjero que no sabe japonés, observa, deduce por imágenes, y medio trata de entender alguna palabra… Yo veía casi toda la costa pacífica de Japón bordeada de rojo, con numerosas “x” en el mar, y un japonés hablando y hablando… y entre tantas imágenes que mostraban no sabíamos bien qué pasaba…

Luego sucede que la experiencia se hace múltiple y se hace lejana y cercana, y la realidad se impone al delirio.

Alrededor de una hora después llegó mi mamá, obviamente agitada y hablando hasta por los codos… Nos contó que en el trabajo de ella después del primer temblor los mandaron a seguir trabajando (tan irresponsables!), pero ya en el segundo empezó a gotear agua del techo y los mandaron a salir a un área común.

La mitad de los trabajadores eran japoneses; la otra mitad, latinos; y sí, entre latinos se tiende más a desesperarse; sin embargo, la gente ayudó a quien pudo, aplacó temores y se dispuso a volver a casa…

Aldemar llegó mucho después… la ciudad donde él trabaja es más transitada que esta, por ende también había mucho tráfico… No había luz, no había un sólo semáforo funcionando, pero la gente cedía el paso, y se trenzaban organizadamente en ramajes que convergían en una sola avenida.

Dentro de Hitachi, donde trabaja Aldemar, los temblores se sintieron fuerte, y obviamente el sonido debió haber sido mucho peor que el que yo escuché, ya que hay hierro y metal por todos lados… Durante el primer temblor él y un japonés aseguraron unos carros con ruedas llamados “Daisha” para que no rodaran y no hubieran accidentes; luego los llevaron a un área al aire libre e hicieron conteo de personal.

Y no queda otro remedio que obedecer a la convocatoria del sueño, a seguir los pasos recordados. A recobrarlos y recobrarse donde el final sólo es una razón de estar y la locura tiene su calma

Recuerdo que el 11 de marzo fue un día muy largo, la noche fue eterna… parecía que las réplicas ocurrían cada 10 minutos, y el apartamento no dejaba de moverse (Debido al tipo de construcción antisísmica -el vaivén previene rupturas-); cuando los vecinos caminaban en el piso de arriba, el apartamento se sacudía; cuando un helicóptero pasaba todo el apartamento se sacudía (y pasaron muchos durante varios días); por otro lado, las réplicas eran fuertes; el televisor emitía imágenes desastrosas, interrumpidas por reportes de réplicas… Sin embargo toda mi familia estaba junto a mí; y aunque mi cuerpo no se calmaba del todo, una parte de mí estaba profundamente apaciguada.

Y sin embargo algo también se quebró en nuestro interior. La realidad, lo externo, es un mero síntoma de nuestra fragilidad, la apariencia de que no pasa nada, y por ahí había que ocultar que no pasaba nada, que las cosas se están haciendo bien. Si no fuera porque...

Alrededor de las 12 de la noche mi gato por fin decidió salir a patrullar normalmente, fue quien más rápido se “recobró” de todo el asunto. Mis papás se acostaron a dormir supuestamente, pero cada réplica los despertaba… Mi papá vomitó 2 veces.

Aldemar cayó profundo más o menos a las 4 de la mañana y yo pude dormirme una hora después, aún con el corazón latiendo a toda prisa.

26 de marzo de 2011

Buenos Aires, año uno

Éste es el día de una década.
Diez años preparando el viaje para vivir en Buenos Aires.
No hay precedente ni recuerdo del ayer que valga.
Es el año uno.

25 de marzo de 2011

No puede terminar la noche así

No sé qué sentido tiene esto. Ni de justicia ni de mala suerte. Por qué de todas las noches justamente la de hoy, por qué tenían que multarme hoy. Dejo la vida que he llevado aquí y mañana me voy a vivir a Buenos Aires. No voy a conducir allí y mi coche lo van a dar de baja. Y por qué así, por qué justo así. Esta noche he vuelto a casa después de la cena de despedida con mis compañeros. He sido profesor hasta hoy. Me he despedido con un discurso, escrito para cada alumno y oral para mis compañeros. Mis compañeros me han dedicado la cena. Mis alumnos me han dedicado aplausos, besos, abrazos. Uno de ellos me había dejado una nota en el parabrisas del coche: "En este mundo en el que se recuerda a los sinvergüenzas son ellos los que mandan, se les teme y admira. Tú me has hecho ver que merece la pena seguir siendo amable; porque siento cuando me dedicas esas cuatro frases, es lo que quiero transmitir. Y esa es la clase de persona que quiero ser. [...] No dejas un recuerdo triste con tu partida, sino una buena referencia a la que poder imitar, un ejemplo de valor y valentía, tener un sueño e ir a por él. Eso es lo que realmente importa, gracias por aliviar mi mente de dudas. Guardo tu discurso como un tesoro al que recurriré en más de un momento".
Y por qué justo hoy, que me despido, que me han regalado este texto, que me tratan con tanto afecto, por qué en la entrada de mi barrio tienen que ponerme una multa porque mi carnet de conducir está caducado, cuando no voy usarlo en Buenos Aires. Por qué tiene que terminar la noche así, después de tantos mensajes de apoyo, después de tantas muestras de afecto, de creer que está bien como soy. Por qué un mero despiste tiene que darme este recuerdo esta noche.

13 de marzo de 2011

Sobre héroes y tumbas

La batalla por la elección de Mario Vargas Llosa como inaugurador de la Feria del Libro de Buenos Aires llega a un nuevo grotesco episodio cuando el protagonista ha saltado a la tribuna para dar su versión de los hechos en un artículo que hoy publica el diario El País. Atrás queda el principal motivo de la historia (la literatura) y en su lugar asistimos a un rifi-rafe de dislates que podría recordar a los discursos de Cicerón sobre la conjuración de Catilina si no fuera porque, hay que insistir, esto no es literatura sino un sucedáneo intelectualoide que recuerda a los cloqueos televisivos de ver quién insulta mejor y cuánto ha subido la audiencia. Para resumir el culebrón: Vargas Llosa fue invitado a la Feria del Libro para decir "hola, qué hacés, cómo andás, tanto tiempo, blabliblu" y eso no gustó nada a algunos de la elite cultural argentina porque MVL se ha venido riendo de ellos y de lo que se hace en su país. Escándalo sufragado por los medios de comunicación. Entonces la elite nac&pop se justificó alegando que lo que le parece mal es que sea el invitado de honor, el que dé las palabras de salida. Nuevas misivas periodísticas a voz de pregonero. Y ahora el acusado-victimario ha dicho la suya, con perlas como: "Nunca he ocultado mi convencimiento de que el peronismo, aunque haya impulsado algunos progresos de orden social y sindical, hechas las sumas y las restas ha contribuido de manera decisiva a la decadencia económica y cultural del único país de América Latina que llegó a ser un país del primer mundo y a tener en algún momento un sistema educativo que fue un ejemplo para el resto del planeta" (si a ese momento se refiere a la burbuja de Menem es como elogiar la pasada burbuja española) o: "Porque lo que parece ofender principalmente a Horacio González, José Pablo Feinmann, Aurelio Narvaja, Vicente Battista y demás partidarios del veto, por encima de mi liberalismo es que, siendo un extranjero, me inmiscuya en los asuntos argentinos" (ah, pero yo soy español. Mejor me callo, no sea que conozcan lo que yo pienso y me manden a la loma del orto) o incluso: "¿Qué clase de Argentina quieren los intelectuales kirchneristas? ¿Una nueva Cuba, donde, en efecto, los liberales y demócratas no podríamos jamás dar una conferencia ni participar en un debate y donde sólo tienen uso de la palabra los escribidores al servicio del régimen?" (aquí es donde un argentino diría que se fue a la mierda y que no entiende nada). Así que como yo no soy peronista ni kirchnerista ni argentino (aunque esto último me gustaría llegar a serlo) hablaré de lo que debería hablar. ¿Lo adivinan?

Porque la presencia de Vargas Llosa en la Feria del Libro es poco atractiva para asistir a ella, sea quien la inaugura o quien la cierra. Hace décadas que su literatura decae sin remedio, digamos desde Lituma en los Andes, del mismo modo en que podríamos decir que la decadencia de Gabriel García Márquez comienza a partir de Noticias de un secuestro. Eso no significa que sus obras sean malas ni que estén mal escritas (al contrario: puede que su estilo sea impecable) sino que no aportan nada nuevo ni a su propia trayectoria ni a la literatura actual. Se ha vuelto previsible (que es la peor manera que podemos entender la vejez) y ya ni sorprende ni deslumbra. Por eso cuando alguien cita alguna de sus obras se referirá a La ciudad y los perros o La casa verde o La tía Julia y el escribidor, y no a El sueño del celta. Un escritor no debe vivir de su nombre sino de sus palabras, aunque no suela ser así. Y bueno, lo demás... lo demás es tan arbitrario como pensar en este tema y titularlo "Sobre héroes y tumbas". ¿Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia, Catilina?

4 de marzo de 2011

El valor de un pero

Lo confieso: estoy enganchado a esa palabra. No por el gusto a las estructuras bimembres ni por la tendencia de buscarle una objeción a cualquier idea sino como el remate final, la coletilla que se añade como matización o aclaración de lo que voy diciendo. No importa el tema ni mi seguridad al tratarlo: tarde o temprano aparecerá esa palabreja que hoy se conoce como conector discursivo y que transformará todo el texto, por muchas otras palabras que lo acompañen. La tiranía del 'pero' se impone y su rotundidad sólo admitirá la réplica de un nuevo 'pero' que influirá en el anterior hasta la llegada de un nuevo 'pero', y así hasta el infinito.

Llevo un tiempo (meses, ¿años?) fijándome en el uso que le doy a esta palabra, con visos de convertirse en algo obsesivo. Como sabe cualquier hablante de español, 'pero' es una de las palabras más usadas en cualquier registro de la lengua. Y de su uso podemos deducir, por ejemplo, que suspende una de las premisas anteriores del discurso, de tal manera que descubrimos lo que parecíamos decir, mostramos nuestras verdaderas intenciones. Todo lo dicho antes de que surgiera ese 'pero' sólo era una preparación para cuando irrumpiera esa palabra fatal que esclaviza a todas las demás, y si no salgo a tiempo de su yugo me empobrece y me lleva a repetirlo una y otra vez. En cuanto me relajo ya vuelve a estar ahí, impertinente. Ni siquiera me salvan sus primos 'aunque' o 'sin embargo' porque no siempre los admite el contexto, y aún así parecen ridículos, como si me afanara en buscar un sinónimo, infeliz. Sólo puedo intentar que la separación entre uno y otro 'pero' sea la suficiente como para que no los repela su campo magnético.

Ni siquiera mis lecturas eluden el rastreo:

Muchos de estos raros ejemplos superan la fuerza de mi acción; pero algunos superan incluso la fuerza de mi juicio. (Montaigne, Ensayos, p. 1451)

Pocos son los bancos del Museo de los Expresionistas que se utilizan para contemplar más pausada y detenidamente los cuadros que hay frente a ellos. Pero tampoco se utiliza casi ninguno para descansar realmente. (Pablo D'Ors, El estupor y la maravilla, p. 210)

Yo di en pensar que tal vez ése era el reino de los cielos, del que había oído tantas ponderaciones, pero mi guía me dijo: No estás aún en el cielo. (Borges, Obras completas, III, p. 262)

Vio, muy cerca de su cara, los ojos de Mila, sus rizos morenos que ya no cubría el pañuelo y, en lo alto de la frente, una larga herida sangrante. Volski dijo algo pero no se oyó. (Andreï Makine, Vida de un desconocido, p. 147)

Estoy dispuesto a aceptar la doctrina de que la cultura y el arte son un mal, de que es la paz y no los sonetos lo que más le importa a la humanidad. Pero, ¿cuáles son las circunstancias que producen la paz, y cuáles las que no la producen? (Fernando Pessoa, Diarios, p. 133)


Sólo puedo aliarme con el pero, mirarlo de frente, ubicarlo en el mejor lugar y darle todos los privilegios que no me pide porque ya los tiene, con todo su valor, que es mucho, que puede serlo todo. A fin de cuentas, mientras haya un pero habrá una continuación. Algo habrá que aún no hemos dicho. Pienso pero existo. Escribo pero corrijo.

28 de febrero de 2011

Noche oscura del alba

"Me despierto temprano para hacer ejercicios.
Media hora para el dolor al cuello, para evitar
la molesta rotación del brazo. Me preparo
el desayuno y cojo al azar un libro. Miento."

Leo al azar (es decir la página correspondiente a mi ritmo de lectura) el inicio del "Arte nuevo de hacer poemas", de Eduardo Chirinos. Es una poesía directa, vivaz, dejada de la mano de una cadencia que va de la reflexión al diálogo. Chirinos cita a Auden y toma el título de un libro de Lope de Vega. Yo cito a Chirinos y tomo el título de un libro de San Juan de la Cruz. ¿Leerá alguna vez estos ejercicios? Lo dudo, y si lo hiciera no se reconocería ni en la cita. Entonces, como creo sin tener creencias:

Hace frío esta noche.
Amanece
en el otro lado de esta
aparente
correspondencia de símbolos.
Me demoro en el error.
Erro sin rumbo, tropiezo,
pongo comas en mis frases,
y entreveo mi diálogo
con el poema, que gime
y con cara de pena
se recuesta y me susurra:
"déjame dormir ahora,
ponme el punto que nos falta,
vámonos juntos a por la
noche oscura del alba".

20 de febrero de 2011

Nota de diario

En este simulacro de diario (y ya es otro tipo de monoambiente, como el laberinto de Borges) me encuentro con una verdadera página de diario, es decir con las anotaciones tomadas en un día que siguen las del día anterior y seguirán las del siguiente. En este caso son nada menos que las de Fernando Pessoa, que sí, también escribió un diario, aunque dudo que alguna vez se le ocurriera publicarlo (¿por qué todos los textos de un escritores se suponen literarios?). Ésta es la del 9 de marzo de 1913:

De casa a la Brasileira. Boavida me dio un promenoir [un pase] para el concierto del Teatro de la República. En el concierto hasta las seis. Inferior - me pareció - a la sinfonía de Freitas Branco. Boavida, que estaba después en la Brasileira, y Cortes Rodrigues, con quien había ido al concierto, estaban de acuerdo. Después del concierto, en la Brasileira, estuve oyendo a Eugénio Vieira leerme algunos versos aceptables, un buen soneto. Es curiosa su enorme vanidad, aunque inofensiva. En casa, después de la cena, dormí. Nada literario en todo el día.


¿Es necesario documentar un día como éste? Sí, sin duda, porque este día no es una excepción, no es de los más breves ni más largos, ni de los más productivos ni más insignificantes. Se trata de la actividad de un día cualquiera asistiendo a un acto cultural, hablando con los otros de lo que uno hace. Y sobre todo pensando.

Es preciso escribir: hoy no hice nada. Nada literario, nada que valga la pena destacar. Montaigne cuenta que sus actividades preferidas son tres: conversar, leer y meditar. Pero ese mismo capítulo lo comienza diciendo: "No hay que adherirse con tanta fuerza a los propios humores y a las propias inclinaciones. Nuestra principal aptitud es saber aplicarse a usos diferentes". Y si un día no hacemos nada está bien, no hicimos nada. Mientras seamos conscientes de la nada y nademos en ella hasta salir a la superficie. Pues los que no nadan acaban hundiéndose; los que no nadean también.

6 de febrero de 2011

Un cadáver exquisitamente escolar (a cuatro manos)

Entre horas y minutos, voy pausando mis disgustos, desembozando
esta alma mía, que sale volando cada vez que ve a Lidia.
Esta alma mía lleva veneno, un veneno perturbado. No es malicia,
sólo es lo que pienso, siempre y cuando suceda
lo que a veces por quererlo van desenlazando
sueños entre lluvias y tormentos, sueños entre vientos y mares.
El fuego sale de mi alma. Sin rumbo ni sentido y
no sabe qué es, pero so lo mira como si fuera
un bicho verde que mostraba la esperanza del que ama, del
que siente y se lo calla y se lo come.
Alimentos imaginarios que eran como frutos de un paraíso donde
se empleaba a fondo. O eso parecía de cerca.
Entonces el tiempo se vestía y se desvestía, como día y noche en
tu regazo me dormía. Era un regalo sin sentido, sin personalidad, no encontraba
sentido inverso o sexto sentido, aunque el niño de
la película de una vida que termina en el amanecer de los soñadores que la olvidan.

9 de enero de 2011

Versiones y remakes



De nuevo una noticia en el diario me llama la atención: Fernández Mallo reescribe a Borges en una versión de 'El hacedor'. Agustín Fernández Mallo es muy conocido en España desde que publicó su trilogía Nocilla, definida en la propia contraportada de los libros como "el principio de muchas novelas hábilmente ensambladas con material documental y propio en una sólida e inesperada docuficción, que opta por la descripción directa de acontecimientos mínimos y le debe mucho a proyectos vanguardistas como el de París de Walter Benjamin (donde seguramente, ya en los años treinta, se inventa el zapping literario)". Era una idea muy atractiva y tuvo el éxito que mereció: Fernández Mallo colmó portadas y titulares y pasó de una pequeña editorial a Alfaguara. Casi nada, eh. Algunos críticos dijeron que no era para tanto, que la fórmula se repetía y se diluía en los otros dos volúmenes del proyecto y la cosa no daba más de sí. No sé, si es una trilogía cada parte justifica las otras dos, ¿verdad? Pero ahora se atreve con reinventar nada menos que una de las obras de Borges. ¿Es lícito que lo haga? Sin duda, porque la literatura está a nuestro servicio y el peor que podríamos darle es olvidarla. ¿Tiene sentido que lo haga? Lo dudo. Al menos para mí, para el autor está claro que lo tiene.

Versiones y remakes son términos que se usan para referirnos a una obra que se ha creado partiendo de otra. No tienen que ver con la copia o el plagio porque confesamos nuestra deuda y queremos reinterpretar la obra a nuestra manera para que se entienda en otra lengua (una traducción), en otra edad (una adaptación) o en otra época (una modernización). El resultado será una variante de la original con mayor o peor acierto según la pericia del recreador. Pero le faltará algo que sólo tiene la original y que, en su grado extremo, ha llevado a decir que, por ejemplo, el traductor es un traidor (la famosa expresión italiana «traduttore, traditore»).

Lo que ha escrito Agustín Fernández Mallo no corresponde a ninguna de estas categorías. Entonces, ¿por qué escribirlo? ¿hay que recuperar a Borges porque está olvidado? ¿Será más ameno, más claro, más estratosférico? ¿Hay que rendirle un homenaje? ¿Hay que ¿superarlo?? No, sigo sin encontrarle el sentido. Antes prefiero lo que hizo Juan Bonilla: uno de sus cuentos trata de una supuesta confesión de Borges en la que éste reconocería que es un ladrón de literatura por apropiarse de frases ajenas, y va desgranando todas sus fuentes. Eso sí lo disfruté. En cambio, para reescribir una obra ya tengo mi propia experiencia de lector. Y no sólo de un libro sino de todos los que leo. De modo que será otra lectura, otra relectura, mía, suya, nuestra, vuestra, y la literatura no se acaba.

Corolario. Hay que releer a Borges otra vez.

5 de enero de 2011

Otra vez invierno

Otra vez invierno - pero las estaciones sólo cuentan si hay parada solicitada - y el frío es una compañía que no admite réplica para quedarse, va trepando por los pies y por la noche conspira para derrotar los sueños. Cuando el silencio se condensa los labios tiemblan, se atora la voz. Y el cielo se falsea de blanco. Imperturbable. Mañana no habrá tiempo. Hoy, aún faltan cinco minutos para la una.

3 de enero de 2011

La vuelta a la vida en ochenta minutos

Una vez más me cruzo con un texto sobre Cortázar, en este caso el que escribe Juan Cruz en su blog sobre la relectura de sus obras (las de Cortázar, no las de Cruz, obvio) porque un amigo suyo le contó "que había vuelto a leer Rayuela, la novela mítica de Julio Cortázar, y que se le había evaporado el gusto que le produjo hace más de cuarenta años, cuando la leyó por vez primera." Juan Cruz no acaba de creer a su amigo pero como siente "un enorme respeto" por él prefiere cambiar de lectura y ocuparse del último volumen de las cartas y de La vuelta al día en ochenta mundos. Y habla de las lecturas por gusto y de las lecturas por obligación por aquello de que es difícil disfrutar algo cuando te mandan que lo hagas, y que es mejor hacerlo por gusto, porque se disfruta desde el deseo mismo de querer hacerlo. Muchas veces también he pensado que quienes dicen que no les gusta leer perdieron el gusto porque a un iluminado se le ocurrió que a un estudiante quemaría las horas con una novela de Galdós o se identificaría con la protagonista de Nada porque también es una estudiante, de hace sesenta años pero estudiante (por nombrar lecturas que tienen los alumnos de bachillerato de este año). Y sí, algo de cierto habrá en que es mejor leer por gusto. ¿Pero qué hay de los que leen por necesidad? Sólo así se puede explicar que, cada cierto tiempo, debamos volver a ciertos escritores, a esos libros que nunca están escondidos del todo, a las ideas o los personajes que aparecen cuando menos lo pensamos. Eso es lo que me pasa con Cortázar, que en cuanto me descuido ya está aquí de nuevo, y por eso digo feliz año nuevo y escribo:

Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Asì la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.