18 de febrero de 2013

No hay conocimiento más que por intuición

Necesito dividir mi labio para abrirlo, 
necesito la diferencia de la semejanza, 
ser una pregunta de tantas vergüenzas, 
ser necesario en lo que necesito. 
Mientras, un fondo de agua; 
mientras, un cuerpo sin aliento; 
mientras, el entrelazo de las aristas. 
¿Quién puede fijar su delirio?

12 de febrero de 2013

Carta a Julio Cortázar

Querido Julio:

No creo que te llegue esta carta, sólo conozco una de tus direcciones postales y hace tiempo te mudaste. Así que no la leerás. Pero alguien lo hará en tu lugar, y entonces tendrá sentido escribirla. ¿Y por qué te escribo? Qué sé yo. Porque no lo hice antes y quería contarte alguna cosa. Como por ejemplo, que estuve con Aurora y ya está muy viejita pero tan lúcida y pizpireta como siempre. Y también con Noé Jitrik, al que le debo una visita a su biblioteca. Trabajan más que yo, y no es que yo me esté de brazos cruzados: Estoy leyendo a Foucault, a Wislawa Szymborska, a Houellebecq, el Tratado de argumentación de Perelman (éste para las clases que doy en la facultad) y una recopilación de textos sobre lo global y lo local. Y ayer, un cuento de Samanta Schweblin, "Un hombre sin suerte". Te gustarían sus cuentos, tienen un punto siniestro que harían bailar a Poe.
De vez en cuando me paso por la librería Norte, la que era de Héctor Yánover y que ahora dirige su hija. Hablo con Sandro Barrella sobre poesía y se manda alguna recomendación. Hace meses le encargué una antología de Tranströmer y Potrillo de Charles Wright. El primero estaba por comprarlo la última vez que fui, pero el precio me desbarrancó, y eso que la editorial Nórdica no es tan cara como otras españolas. Puse cara de vampirillo y lo reservé. Y sólo logré retrasar su compra por algún otro desaprensivo. Sandro me dijo que han llegado más ejemplares; voy a ver si para la próxima vez me hago un dobladillo en el pantalón y me reservo unos pesos.
El verano porteño me aplasta con su humedad sin lluvia, como una mosca contra el cristal. Hoy he ido al río para un reportaje sobre españoles en Argentina. Tú sabes cómo es eso de las nacionalidades, los países. No te lo recordaré. Pero es extraño defenderme como extranjero cuando no lo siento así, y tener que inventarme qué echo de menos (salvo la familia y los amigos) o cómo me afectó la crisis (cuando la económica no deja de ser una consecuencia de la social y la moral de décadas y décadas).
Bueno, no te entretengo más, debes de estar muy ocupado. Mesecina no sabe de ti pero si supiera te mandaría unos ronroneos y te maullaría una especie de canción. Como no es el caso se tira al suelo como un bife y huye del calor. Yo te mando un saludo y todo el afecto,

                                                                                                       Óscar.

9 de febrero de 2013

El sujeto, presente

Leyendo el análisis de Foucault sobre Las meninas me encuentro, una vez más, cómo se regodea porque el sujeto no está en el cuadro:

"Quizá haya, en este cuadro de Velázquez, una representación de la representación clásica y la definición del espacio que ella abre. En efecto, intenta representar todos sus elementos, con sus imágenes, las miradas a las que se ofrece, los rostros que hace visibles, los gestos que la hacen nacer. Pero allí, en esta dispersión que aquélla recoge y despliega en conjunto, se señala imperiosamente, por doquier, un vacío esencial: la desaparición necesaria de lo que la fundamenta - de aquel a quien se asemeja y de aquel a cuyos ojos no es sino semejanza. Este sujeto mismo - que es el mismo - ha sido suprimido. Y libre al fin de esta relación que la encadenaba, la representación, puede darse como pura representación".

No.

Si el sujeto quiere librarse de la representación que la encadenaba no puede desear ser pura representación.

No me vale esta aporía.

La estética posmoderna se empeñó en diluir a los sujetos por el flujo de la sociedad de masas. Ni sujetos ni autores. Pero no lo logró.

Los nombres siguen siendo vitales. Nos salvan del destierro,del tiempo lo cura todo, del todo vale, de la indiferencia del presente, de la nostalgia del pasado.

No es lo mismo estar en España o en Argentina. No es lo mismo llamar a Francisco J. Lema Bretón por su nombre y por sus esfuerzos como activista para evitar los desalojos de las casas devoradas por los bancos que dilapidarlo como una víctima más del sistema actual en crisis. No es lo mismo escuchar una canción de fondo mientras compras que detenerse al ritmo de Walk de Ludovico Einaudi un sábado por la mañana.

Para volver a Velázquez y a Foucault, el vacío esencial del cuadro sólo podría percibirse por quien quiere llenarlo. Yo no puedo ser Velázquez. Yo no puedo ser Foucault. Yo quiero ser yo. Y esto no es una abstracción. Yo seré siempre quien imagines y mi imagen te acompañará, aunque mañana cambie. Hoy yo soy y seré yo. Hoy seguirás siendo tú. Tú estarás presente. Y seguirás siendo tú, no cualquiera. Entre tú y yo.