30 de diciembre de 2014

Spleen de Paris

«¿Quién de entre nosotros no ha soñado, en sus días de ambición, el milagro de una prosa poética, musical sin ritmo y sin rima, suficientemente ágil y lo bastante bronca para adaptarse a los movimientos líricos del alma, a las ondulaciones del ensueño, a los sobresaltos de la consciencia? Este ideal obsesivo nace sobre todo de la frecuentación de ciudades enormes, del cruce de sus innumerables relaciones» (Charles Baudelaire, al redactor jefe de La Presse, Arsène Houssaye)

29 de diciembre de 2014

"No hay nada radicalmente nuevo", la vieja nueva necedad de Harold Bloom

Hace unos días leí una entrevista a Harold Bloom en el suplemento ADN del diario La Nación, que es el eco de otra que apareció hace unas semanas en El País. En ambas se destaca la idea de que en la literatura actual no hay nada nuevo, radicalmente nuevo. Esto no deja de ser eco de que todo ya está escrito, todo ya está hecho. El eterno retorno.Y ya que estamos en los últimos días del año me dan ganas de recordarlo.

Está claro que la idea de Bloom no es original. ¿Entonces para qué lo siguen publicando y entrevistando? ¿Por qué creen que dirá algo nuevo si podemos leer muchos otros libros que aún tenemos pendientes? ¿Alguien realmente cree que es un provocador con sus declaraciones "polémicas y ácidas"? En el fondo nos quiere decir: "no lean nada de lo que se publique ahora, no vale la pena". E incluso: "no escriban nada más, no aportarán nada que valga la pena". Y más en el fondo nos dice: "me da igual la literatura de mi tiempo, sólo me interesa el pasado".

A ver, expliquémoslo de una manera razonada y decorosa: ¿que ya está todo dicho? ¡claro que sí! Todo se dijo incluso antes de que fuera dicho, cuando los primeros humanos aprendieron a comunicarse y dieron forma a los grandes temas, y luego otros humanos tomaron esos temas y les dieron otra forma, la misma pero distinta en cada impresión, en cada versión.Como seres humanos compartimos los mismos temas pero cambian nuestra manera de percibirlos, de entenderlos. Por eso es necesario reinterpretarlos: porque los revivimos, porque también los vivimos. Si tomamos un gran tema como el amor enseguida advertimos que no es el mismo amor el de Penélope, que esperó durante veinte años el regreso de su marido en La Odisea, que el de los poemas de albada, de la Edad Media, que se refieren al lamento de la amada cuando su pareja debe irse antes de que los demás (el padre, el marido, etc.) descubran que pasaron la noche juntos; o tampoco es el mismo que el de Romeo y Julieta, que lucharon hasta la muerte contra las normas sociales que los separaban; o tampoco el que sintió Fausto para vender su alma al Diablo a cambio de que le correspondiera su amada. Y esto sólo por poner ejemplos clásicos. ¿Cómo no será también distinto el modo en que demuestran su amor los personajes de Jhumpa Lahiri, de Margaret Atwood, de Javier Marías, de Haruki Murakami, de todo aquel que hoy escriba? Es el mismo sentimiento pero otra sensibilidad, y por tanto es otra expresión. Todas son humanas. Todas son necesarias. Suerte que aún vendrá mucha literatura. Estoy deseando que llegue 2015.

25 de diciembre de 2014

Lo que no digo

Picor en la mano,
calor de los sueños,
las rimas internas,
cadencias sin dueño,
escritas sin gracia
ni soles sureños
que den medida
a lo que no tuvo.

Siempre el acto de diferenciarse
en la indiferencia indecisa
de partirse por la mitad
en el día y la noche
en el recuerdo y el olvido
en el discurso y el recurso
en aquello que no nombro
y olvido como noche
de este recurso incompleto
apenas entrevisto.

Las palabras se asocian
mezcladas, desovilladas
a pesar de mí mismo.

Tanto silencio.

Como si esto fuera el mundo.

14 de diciembre de 2014

A vueltas sobre Rayuela y Anna Karénina

Al cabo de unos días sigo pensando en las novelas de Tólstoi y de Cortázar porque siguen estando muy presentes. La huella de una buena obra es tan profunda en la memoria que lo convierte en clásico, es decir, que siempre está presente. Además en este caso se trata de novelas larguísimas, tanto que el otro día terminé Rayuela al cabo de dos meses y me parece corta si la comparo con Anna Karenina, porque de ésta aún me faltan trescientas cincuenta páginas. Ambas son novelas muy profusas, muy complejas. Y muy disímiles. Compararlas parece que sólo nos lleve a oponerlas. Basta con advertir las diferencias temporales (la novela de Tólstoi es de finales del siglo XIX, 1877; la novela de Cortázar es de mediados del siglo XX, 1963) para concluir en las diferencias estéticas. Pero es que además Cortázar justamente se propuso en Rayuela superar el modelo de la novela decimonónica del largo desarrollo lineal que sigue el lector obediente, conociendo poco a poco cómo son los personajes, su pensamiento y su entorno, observándolos en la distancia a través de una ventana, sin intervenir, sin protestar. El rollo chino, llamó a estas novelas.
Y sin embargo, con lo fácil que sería hablar de estas diferencias, prefiero buscar las afinidades.

Toda lectura paralela no deja de ser comparada a fin de poderlas leer al mismo tiempo por separado. En el caso de Rayuela y Anna Karénina hay una extraña afinidad que permite referirnos a las dos sin necesidad de oponerlas. Por eso a partir de ahora voy a hablar de las dos en singular, cuando atentan contra el mismo aspecto: la realidad. Y es que ahí tenemos la realidad, aunque no sepamos bien qué es. Sabemos de qué trata, eso sí. Y la realidad trata de lo que conocemos, o de lo que creemos conocer. Los personajes transitan por calles identificadas con un nombre exacto dentro de una ciudad, una gran ciudad como San Petersburgo, París, Buenos Aires. Y mientras transitan por esas calles o descansan en un hogar intentan subvertir las condiciones en las que deberían descansar en los hogares y transitar por las calles, ajenos a los cumplidos de quién dirá, qué dirá, por qué lo dirá.

Hay una hipocresía social en el momento en que aceptamos formar parte de la burguesía pero no sus impuestos. Sociales más que económicos, que también.

¿Por qué burguesía rimará con hipocresía?

La vida llena, la vida de la nevera llena, la panza llena, la habitación llena de luz y de abrigo y de color puede estar vacía si ha sido impuesta. Si más que impuesta ha sido resignada. Resignar no deja de ser volver a signar, volver a firmar, volver a firmar aquello que tuvo que ser así porque no lo vimos de otro modo, y entonces al rescate de la burguesía llega la psicología, con todos sus entramados para comprender el proceder de los personajes en los parajes que recorrieron a fuego lento y que no se van de la memoria, porque de algún modo la hirieron, y nos salvan del olvido, y nos reviven aquellos deseos de no aceptar todo lo que es cuando en realidad - y ahí está la clave - podría ser.

Luego vendrán la fatalidades y demás torpezas pero la resignación no es un designio, sino una señal de que algo se puede corregir, y ahí es cuando al corregir releemos, reescribimos.

A esto le falta algo. Pero no será hoy cuando lo diga.

1 de diciembre de 2014

Lectura de lectura de lectura

Leo un texto de Juan Goytisolo (el reciente premio Cervantes, para conocerlo mejor) donde compara su relectura de Los monederos falsos de André Gide y Rayuela de Julio Cortázar cuarenta años después de haberlo hecho por primera vez. Dos novelas experimentales (con el autor y el lector). Antinovelas, se llamaron entonces, por considerar la novela como "suma de textos diseminados, pero destinados a cristalizar en una realidad nueva y total". Entonces Goytisolo hace la operación de releer esas novelas y de este modo siente que "leer es reconstruir lo fragmentado y disperso por voluntad del autor".

Hablando de novelas, toda lectura es necesariamente fragmentada. O casi toda. Salvo excepciones contadísimas, no leemos de un tirón las novelas. Sólo recuerdo haberlo hecho con Crónica de una muerte anunciada.Y hasta ahí puedo contar.

Casualmente - pero toda casualidad tiene un motivo desconocido - estoy releyendo la obra de Cortázar. Rayuela. La alterno con Anna Karénina de Lev Tólstoi, que es el modelo idóneo de novela decimonónica. Y no me parecen una oposición. Tólstoi lleva a Cortázar porque lo leyó sin duda, como lo demuestra que entre los Cuentos inolvidables se incluya "La muerte de Ivan Ilich". Y Cortázar lleva a Tólstoi porque nos remite a sus fuentes. Éste es el punto donde casualmente (pero...) llevo mi lectura de ambas novelas:

"Al lado del Cerro — aunque ese Cerro no tenía lado, se llegaba de golpe y nunca se sabía bien si ya se estaba o no, entonces más bien cerca del Cerro—, en un barrio de casas bajas y chicos discutidores, las preguntas no habían servido de nada, todo se iba estrellando en sonrisas amables, en mujeres que hubieran querido ayudar pero no estaban al tanto, la gente se muda, señor, aquí todo ha cambiando mucho, a lo mejor si va a la policía quién le dice. Y no podía quedarse demasiado porque el barco salía al rato nomás, y aunque no hubiera salido en el fondo todo estaba perdido de antemano, las averiguaciones las hacía por las dudas, como una jugada de quiniela o una obediencia astrológica. Otro bondi de vuelta al puerto, y a tirarse en la cucheta hasta la hora de comer.

    Esa misma noche, a eso de las dos de la mañana, volvió a verla por primera vez. Hacía calor y en el «camerone» donde ciento y pico de inmigrantes roncaban y sudaban, se estaba peor que entre los rollos de soga bajo el cielo aplastado del río, con toda la humedad de la rada pegándose a la piel. Oliveira se puso a fumar sentado contra un mamparo, estudiando las pocas estrellas rasposas que se colaban entre las nubes. La Maga salió de detrás de un ventilador, llevando en una mano algo que arrastraba por el suelo, y casi en seguida le dio la espalda y caminó hacia una de las escotillas. Oliveira no hizo nada por seguirla, sabía de sobra que estaba viendo algo que no se dejaría seguir. Pensó que sería alguna de las pitucas de primera clase que bajaban hasta la mugre de la proa, ávidas de eso que llamaban experiencia o vida, cosas así. Se parecía mucho a la Maga, era evidente, pero lo más del parecido lo había puesto él, de modo que una vez que el corazón dejó de latirle como un perro rabioso encendió otro cigarrillo y se trató a sí mismo de cretino incurable.

    Haber creído ver a la Maga era menos amargo que la certidumbre de que un deseo incontrolable la había arrancado del fondo de eso que definían como subconciencia y proyectado contra la silueta de cualquiera de las mujeres de a bordo. Hasta ese momento había creído que podía permitirse el lujo de recordar melancólicamente ciertas cosas, evocar a su hora y en la atmósfera adecuada determinadas historias, poniéndoles fin con la misma tranquilidad con que aplastaba el pucho en el cenicero. Cuando Traveler le presentó a Talita en el puerto, tan ridícula con ese gato en la canasta y un aire entre amable y Alida Valli, volvió a sentir que ciertas remotas semejanzas condensaban bruscamente un falso parecido total, como si de su memoria aparentemente tan bien compartimentada se arrancara de golpe un ectoplasma capaz de habitar y completar otro cuerpo y otra cara, de mirarlo desde fuera con una mirada que él había creído reservada para siempre a los recuerdos. " (Rayuela, capítulo 48)


"El debate sobre la emancipación de las mujeres ofrecía puntos demasiado espinosos para tratarlos delante de las damas, y, por tanto, cesó muy pronto; mas apenas terminada la comida, Pestsov entabló un diálogo con Alexiéi Alexándrovich para explicarle la cuestión desde el punto de vista de la desigualdad de los derechos entre esposos en el matrimonio. Según él, la causa principal de esta desigualdad consistía en la diferencia establecida por la ley y por la opinión pública entre la infidelidad de la mujer y del esposo.
Stepán Arkádich ofreció precipitadamente un cigarro a Karenin.
- No - contestó este con la mayor tranquilidad -; no fumo.
Y como para probar que no temía al diálogo, se volvió hacia Pestsov y le dijo con una sonrisa glacial:
- Esa desigualdad estriba, a mi modo de ver, en el fondo mismo de la cuestión.
Y se dirigió al salón; pero Turovtsin lo interpeló al paso:
- ¿Ha oído usted referir - le preguntó, animado por el champaña y deseoso de romper el silencio - lo de la cuestión de Vasia Priáchnikov? Me han dicho esta mañana - añadió con su franca sonrisa - que se había batido en Tver con Kvitski y que lo dejó sin vida en el terreno.
La conversación giraba aquel día fatalmente, de modo que Alexiéi Alexándrovich pudiera resentirse; Oblonski se dio cuenta al punto y quiso llevarse fuera a su cuñado.
- ¿Por qué se ha batido? - preguntó Karenin, sin notar, al parecer, los esfuerzos de Oblonski para distraer su atención.
- A causa de su esposa; y se ha conducido valerosamente, pues provocó a su rival y lo mató." (Anna Karénina, cuarta parte, capítulo XII)

23 de octubre de 2014

Salir

Pienso en el tiempo.
Los verbos nos dan la medida del tiempo para no ser el mismo tiempo del mismo eterno.
Me detengo en el tiempo para darle forma.
El verbo tiene la forma exacta del recuerdo, da sentido al futuro y hace tangible el presente.
Hasta parece que podría seguir, pensando, sumando verbos.
Eso queda para otro tiempo.
En éste acabo de darle cara al mes y con eso basta para fijarlo en algún punto del calendario.

27 de septiembre de 2014

La dificultad de comprender

Frecuentad museos, salas de conciertos, mirad las construcciones públicas y privadas, en la calle, con otros ojos, id a exposiciones, deteneos en galerías, escuchad emisoras especializadas en la música en la que os gustaría iniciaros, bebed y comed solamente, si es posible, vinos y platos de calidad, ejerciendo en cada ocasión vuestro gusto, vuestras impresiones, comparando vuestras opiniones, describiéndolas, contándoselas a vuestros amigos, vuestros novios y novias, incluso escribiéndolas para vosotros mismos: todo ello contribuye a la formación de vuestra sensibilidad, de vuestra sensualidad, además de vuestra inteligencia, y finalmente de vuestro juicio. Después, un día, sin avisar, su ejercicio se producirá
fácilmente, simplemente -entonces descubriréis un placer ignorado por la mayoría, en todo caso, por los que se conforman, delante de una obra de arte, con reproducir los tópicos de su época, de sus conocidos o de su entorno.

(Michel Onfray: Antimanual de filosofía)

14 de septiembre de 2014

Michael Bublé

Temporada musical invierno-primavera. Primer concierto al que asisto: Michael Bublé en GEBA. No lo esperaba con ansias pero tampoco le hacía ascos a escucharlo. Mejor éste que los que vendrán después (y que no pienso mencionar aquí). Por lo menos sabe cantar.

En los diarios lo presentan con una mezcla de cariño y argentinización, como sólo saben hacer en Argentina cuando les interesa como propio aquello que puedo serlo, aunque sea de una manera remota. Bublé está casado con Luisana Lopilato (actriz que en ciertos medios levanta atributos como "infartante", "tremenda", "bárbara", etc.) y tiene un hijo llamado Noah, de quien él mismo afirma que es "argentino". Y además declara que no quiere ser visto sólo "como un chico bueno" sino que lo valoren por su música. Mal día para hacerlo. Sobre todo porque ayer llovió durante toda la tarde y el público, fiel, "fanático", febril, iba a aguantar hasta los últimos compases pero la lluvia, el frío, el viento (sumados a la agenda de conciertos, donde figuran en una fecha cercana Río de Janeiro y Sâo Paulo) redujeron el concierto a poco más de una hora (sumando las cuatro canciones del bis) que necesariamente incluyera los mejores momentos del espectáculo.

Y aquí es donde está el problema. Porque si en los "mejores momentos" hay más versiones que temas propios... ¿dónde queda la creatividad? ¿en la puesta en escena? ¿en el sonido? ¿en el baile?

Desde un tiempo atrás llevo lamentando que los espectáculos musicales se reduzcan a cualquier cosa salvo la música. Que es lo que más debería importar. Pero U2 prefiere echar mano de escenarios móviles, Madonna de cambios de vestuario o Kiss de tramoyas y cohetes. En el caso de Bublé fueron los chapoteos en los charcos y los corazones de papel lanzados mientras cantaba All you need is love. Pero en cualquier caso eso no me parecería mal si nos quedáramos con la música. El llamado "crooner" cantó versiones de Cry me a river, FeverFeeling Good, Lucky y hasta ¡Everybody (Backstreet's Back)!, además del tema de los Beatles.
Ninguna aporta nada al mercado de la copia.

Basta comparar su versión con la de, por ejemplo, Nina Simone de Feeling Good:



Pero el espectáculo de ayer será celebrado y recordado con gusto porque el chico "es lindo", "es humilde" y se sabe ganar al público con sus gestos, como recorriendo los pasillos de VIP.

Ante ese repertorio de sutilezas, una señora y una chica con su hija sólo podían hablar así del concierto:

"Él no quería cantar porque nunca lo hace cuando llueve, pero lo hizo por nosotras";
"Estaba colorado, se había emocionado" - "Ah, yo creía que era por el frío" - No, no, le vi lágrimas en los ojos.
"Lo amo, lo amo".

Pero sí, coincido en que tiene buena voz. ¿Que recuerda a Sinatra? Tal vez. Pero no es Sinatra. Ni lo será. En fin, para qué serguir.

25 de agosto de 2014

Hoy Julio Cortázar habría cumplido cien años...

...y lo celebramos con muchas palabras, tantas como años, es decir, como una cifra redonda que se antoja incontable. Porque quién le pondría medida al infinito. Infinito punto rojo. Leí a Cortázar por decimosexta vez a los veinticatorce años. Por entonces no entendía nada y lo entendía todo porque dejé El perseguidor incompleto y éste vino a buscarme, al año siguiente, dibujando una Rayuela que se hizo completa por el hilo que manejaban los personajes, cruzando toda la habitación y todo el laberinto, Teseo tres deseos hacia la salida del cielo. Leía recostado en la cama al modo en que los romanos comían en su banqueta, y degustaba página a página en sueños transformado en una flor amarilla. Entonces, el sillón verde, la puerta condenada, la casa tomada mientras me diluía en el río, llegaba a la estación de la mano sujetando un cuello de gatito negro, la caricia más profunda, y no se culpe a nadie si usted se tendió a tu lado en un lugar llamado Kindberg, los venenos de una historia con migalas en la carta a una señorita de París, los pasos en las huellas, deshoras de este segundo viaje por la autopista del sur, las historias que me cuento para dormir y seguir leyendo. Una pausa filosa y cristalina y seguir leyendo. No aquí, no acá sino donde se sigue, donde se lee. Esta mañana en mi autobús viajaba una chica con un libro de Cortázar entre las manos. Me miró varias veces, por qué, estaba lejos, levantó la vista y su cara reflejaba desconcierto, por qué,  y bajaba de nuevo los ojos como cerrando un paraguas, por qué, giré mi rostro y vi un asiento libre al fondo, y los ojos buscaron las migajas por el suelo, como los restos del pan nuestro de cada día, "quietismo laico, ataraxia moderada, atenta desatención".

9 de agosto de 2014

El hombre mono

Cuanto mayor es en el hombre la adquisición intelectual, más recula en él el mono. Cuanto menos saber, conocimiento, cultura o memoria hay en un individuo, más lugar ocupa el animal, más domina, menos conoce la libertad el hombre. Satisfacer las necesidades naturales, obedecer únicamente a los impulsos naturales, comportarse como una persona dominada por los instintos, no sentir la fuerza de las necesidades espirituales, he ahí lo que manifiesta el chimpancé en vosotros. Cada uno lleva consigo su parte de
mono. La lucha para alejarse de esa herencia primitiva es cotidiana. Y hasta la tumba. La filosofía [y la literatura] invita a librar ese combate y ofrece los medios para ello.

(Michel Onfray: Antimanual de filosofía)

5 de agosto de 2014

Preguntas de un lingüista y respuestas de un niño

- ¿Dónde se sitúa la lengua? - En la boca.
- ¿Cómo hablar de ella? - Con la lengua.
- ¿Desde dónde hablar? - Desde la lengua.

22 de junio de 2014

Haz lo que quieras

Un café, un libro, un lugar público no bastan para inferir qué traman los personajes ocultos bajo la mesa.
Lo cotidiano pesa como una columna de libros apilados.
Queremos llegar al último de la fila pero antes deberemos sacar el polvo, ordenar los otros, los pensamientos.
Antes de acabar el café del libro se habrá abierto, permaneciendo a la escucha.

22 de marzo de 2014

Por todo cuanto se fue sin haber llegado

Ventiladores y tráfico, ruido para ensordecer, no ha peor sordo que el que no quiere recordar, para qué, cuándo, de quién y un ovillo que se desmadeja. En espera. En espera de qué. no se pasa. No deja pasar qué. Escribo para formalizar este vacío de dos en dos. En contra. Desencontrados. Qué se puede hacer, pides, para mitigar pides. Pero no. Qué respuesta. No pedí espera. Qué es si no es todavía. Este viento ya lo escuché. Para qué. Se dice. Ya dijimos. Entonces para qué. Hay que apreciar más el silencio, se va con un chasquido de dedos. Y mientras veo un masaje. Y luego de frente la conversación desinteresada, no hay ningún interés en aprender lo que dicen los papeles, para qué memorizar, la mano en la frente, la mano en los codos, la cabeza entre los brazos, las manos. Este otro lugar, que siempre es otro lugar ajeno. Me recuesto en la mesa, el codo apoyado. Ya pasará.

12 de marzo de 2014

Esta orilla desemboca en un muro
construido por mis propias manos.
Manos de piedra, manos de cera,
apenas el leve roce derrumba el muro
entreabriendo
las manos llenas de horas.
Tu radio crepita pétalos de fuego.

30 de enero de 2014

Agua de borrajas

La tierra de los tullidos
se rompe en grietas profundas.
Escucho música mientras
afinan con paciencia.
¿Por qué se duerme esta noche?












Hay una música bajo control en este agua.
La caricia en la cama es un arrullo de lluvia.
Cada noche renueva la noche anterior
porque
restringe y corrige
la certeza de vivir.
La muerte es una borrachera mal curada.
Elegimos siempre la lluvia que trae caricias.

23 de enero de 2014

Pere Rovira

Aprovecho que hoy es el cumpleaños de un compañero de estudios (un compañero de viaje) para traducir un poema del profesor (del maestro) que tuvimos en común. Las clases de Pere Rovira siempre estuvieron marcadas. Pere nos desafiaba a pensar con él o a llevarle la contraria, aunque esto último no sucedía por la actitud sumisa de los alumnos. Y lo primero sucedía de repente por un pasillo o en los aledaños de la universidad, es decir por un falso azar, pues no en vano íbamos por la senda de la poesía. Nuestros gustos se diferenciaron con el tiempo (él es un ave nocturna, yo en cambio madrugo) pero no era un motivo por el que dejaran de interesarme sus reflexiones ni sus poetas ni sus poemas. Algo parecido me ocurrió con Josep Mª Rodríguez. No, esto no es lo que nos interesa, me decía cuando criticaba mis poemas. Al final nos quedaron las deudas del viajero y a mí la deuda del libro que pude publicar y nunca quise. Hoy escribo bajo el terrible calor de Buenos Aires y seguimos leyendo a Pere Rovira. Y a G.A. Bécquer. Y a Jaime Gil de Biedma. E incluso a Paul Celan. Mon semblable, mon frère: Hoy es siempre todavía.


Per al Josep M.



Siempre

Cuando empezó todo, juramos con orgullo
que duraría siempre nuestro amor (y siempre
eran días fugaces y candentes de fiebre).
Después me aposté toda tu juventud

en las mesas nocturnas, y el tiempo de diamantes
se nos carbonizó. Tú salvabas con las brasas
de las horas felices el calor de la casa.
El odio no pudo desatarnos las manos,

y no puede la vejez, porque tú le das miedo
y a mí ya me ha roto, mis males aborrece.
Ahora vuelven los días vivos, que merecen
mis últimas fuerzas y tal vez tu perdón.

Hagamos las paces hoy con la vida final;
que tu siempre nos guarde, no me dejes jamás.






Sempre

Quan tot va començar, juràvem amb orgull
que duraria sempre el nostre amor (i sempre
eren dies fugaços i recremats de febre).
Després em vaig jugar la teva joventut

en els taulers nocturns, i el temps de diamants
se’ns va carbonitzar. Tu salvaves amb brases
de les hores felices l’escalfor de la casa.
L’odi no va poder deslligar-nos les mans,

i no pot la vellesa, perquè tu li fas por
i a mi ja m’ha trencat, els meus mals l’avorreixen.
Ara tornen els dies resplendents, que es mereixen
la meva última força i potser el teu perdó.

Bon amor, fem les paus amb la vida final;

que el teu sempre ens empari, no m’abandonis mai.




17 de enero de 2014

Hostilidades

Por mucho que escribas siempre habrá una hoja en blanco, una casilla vacía.
Por mucho que no escribas siempre habrá una palabra fija, un tiempo sin medida.

11 de enero de 2014

Cansancios

Es cansado volver a casa.
El largo aterrizaje
de tierra en tierra, nuevo,
extraño de reconocerse
en cada una de las luces
que pueblan las sombras mentales,
cerrando las puertas al paso,
después de haber viajado
de pie, las manos de hierro,
el cuello torcido de cisne.
¿Por qué los niños no juegan
ni gritan por los callejones?