7 de mayo de 2016

Tiempo iluminado

A veces sucede. Es una sensación extraña, pues cuesta discernirla entre el miasma cotidiano de ruido que nos ensucia: el sueño, los horarios pautados y pactados, la inquietud de las prisas que nos empuja y nos precipita al vacío de no sentir ni pensar ni hablar. Pero entonces sucede. A veces. A veces sucede que un signo nos llama y su luz nos enfoca. Qué es, apenas articulamos confundidos. Los destellos nos deslumbran, las palabras ruedan cuesta abajo, grises como una bola de nieve que arrastró cuanto halló a su paso. Qué es. La bola irradia entre los escombros y se detiene al borde del olvido. Otras bolas vienen detrás y la empujan con la exigencia de imponerse. Ah pero es sábado. El tiempo cambia su dinámica, se arremolina en un meandro, ronronea y descubre el signo en su esplendor.

El primer día de las clases de este curso anuncié algunas de las actividades que haremos. No tengas más ideas, me dijeron algunos compañeros más tarde (pero a ellos sólo les llegaron las salpicaduras). Entre esas actividades está un blog y como en su momento no pude enseñarlo como quería apenas lo mostré. Entonces dejé que se embruteciera y yo me llené de hojas, verdes o secas, verdes o blancas pero hojas de un lugar muy lejano. Hasta ayer, que quise recuperarlo. El tiempo se recupera, sí. Nuestra memoria es el instrumento para recuperar el tiempo y darle sentido, el original, el renovado. Así que ayer recuperé el tiempo del blog, sus secciones y el enlace al video de presentación donde lo incluí. Comenté el fragmento que puse de la novela Lo que mueve del mundo, de Kirmen Uribe, en donde los personajes hablan de qué nos hace vivir y el protagonista considera que es el amor. Puse un ejemplo inmediato cuando le pedí a una alumna que cerrara la página de un juego y les dije que si me obedecía no era por mi poder nietzscheano de ser el profesor sino por el amor freudiano de que ella me aprecia (luego otro profesor me dijo que me consideran su padre). La clase terminó con el vídeo que les había preparado, el timbre del recreo sonó pero nadie se movió porque no estaba en el vídeo ni en la clase. Y cuando por fin terminaron sonó un aplauso. A veces sucede. Quise dar una luz y ellos le dieron brillo.

Pero cuando recibí el foco del tiempo iluminado fue cuando ya volvía a casa y fui a buscar un libro que había prestado, y en el libro una alumna (por favor, que nadie embrutezca el sentido) me había dejado un mensaje por el día del trabajador: "El trabajo es aquel que con sus actos demuestre honra y que brote admiración desde sus próceres de su esfuerzo estudiando y trabajando. No importa su origen sino su comportamiento. ¿Es constante? - me pregunto - ¿Es humilde? Pues sí. Su humildad me inspira cada día para luchar por mis sueños con tan solo estar presente siendo usted mismo. Enseñándonos a su manera...su trabajo."