y a media tarde, sin ornamentos...
Desde la ventana, como todas las
mañanas limpias de cada día, cuando,
sorpresa, no se lo esperaba, decidió
entonces llegaron las bebidas y nos refrescamos
como le había enseñado su padre y su
abuelo, pero no el de las medialunas de Maipú,
sino todo iba a terminar sin tiempo
para escapar de la monotonía cotidiana, y aún
quedaba el recuerdo de toda la historia
perfecta, pues todo día tiene su noche
que se va a escapar por la ventana.
2 comentarios:
Habrá que cerrar las ventanas entonces... aunque pensándolo bien, hay veces que es preferible que se escapen nomás!
Saludos
Yo las prefiero cerradas mientras escribo y luego abrirlas, al terminar. No es fácil convertir el ruido de la calle en música.
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