Uno no sabe cuánto dolor puede soportar un culpable. Lo acepta como consecuencia de su crimen o de su error y así va acumulando una culpa intensiva y extensiva que va aumentando hasta que el castigador puede sentirse también culpable, y entonces no queda más que el dolor. Que se apodera de todo. Que no entiende de motivos. Que castiga sin remordimientos.
1 comentario:
Hasta pedir-te perdón.
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