Es cansado volver a casa.
El largo aterrizaje
de tierra en tierra, nuevo,
extraño de reconocerse
en cada una de las luces
que pueblan las sombras mentales,
cerrando las puertas al paso,
después de haber viajado
de pie, las manos de hierro,
el cuello torcido de cisne.
¿Por qué los niños no juegan
ni gritan por los callejones?
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