15 de enero de 2007

El violento ocio de jugar



A veces, parece mentira, es tan fácil dejarse llevar por los sentidos que nos olvidamos del sentido del humor. Es lo que pasa cuando el ocio se convierte en problema. A veces puede serlo el casino, ese antro de vicio y perversión donde no permiten fotos para que no haya ni testigos ni culpables. La cuestión es que en una noche se pueden fundir los sueños o congelarse para otro día. No suelen cumplirse, porque cuando tenemos una racha se termina en cuanto la pensamos. Claro que esto es un sueño, ¿para qué cruzar el exterior cuando nos exponemos a esos peligros? Casi mejor ser habitantes, ya que lo que no se pueda fotografiar en nuestro entorno, lo que tengamos que ver como foto turística, dependerá del recuerdo. Y los recuerdos ya sabemos cómo son, casi sueños. Parece mentira que sólo sea a veces.

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