25 de mayo de 2019

La igualdad que desiguala

Acabo de leer el artículo del diario El País titulado: "Lenguaje inclusivo en aulas y leyes, más mujeres al poder y otras pautas del Consejo de Europa". En dicho artículo no se habla de ningún modo del "lenguaje inclusivo en aulas", sino más bien leemos que Estrasburgo "recomienda revisar el material educativo para "evitar el lenguaje y las ilustraciones sexistas" y los estereotipos de género y para que promuevan la igualdad". El párrafo sigue desarrollando este mismo sentido.

Por desgracia, también es un caso (más) sobre la cuestión de género, que por entenderse y aplicarse de un modo tendencioso ha llevado a este tipo de confusiones hasta tal grado que a muchas personas (mujeres y varones) les lleva al rechazo.

El caso más grave es justamente el del mal llamado lenguaje inclusivo. El lenguaje sigue siendo sexista aunque se cambie una o por una e. Hay que cambiar el sentido, no basta con la gramática. De este modo no se entiende que tengamos adjetivos como 'triste' o 'alegre' y sustantivos como 'agente' o incluso 'hombre'.

Y, por favor, piensen de un modo consecuente. Yo no soy una eminencia en este tema, pero he escrito un artículo sobre el sexismo femenino en la publicidad argentina y hará unos quince años estudié los estereotipos de género en los manuales de español para extranjeros (un aspecto que precisamente sí se menciona en este artículo). No caigamos en la retórica al uso sólo porque es afín a lo que pensamos.

15 de mayo de 2019

La difusión de la literatura

A propósito de lo que una autora de libros (Pilar Rahola) dijo de otra (Cristina Fernández de Kirchner) en la Feria del Libro de Buenos Aires, me lamento de que en estas controversias políticas siempre, sin excepción, sin remedio, siempre pierde la literatura.

Como catalán me encanta la literatura escrita en catalán.
Porque me encanta la literatura.
Así de simple.
Y sin embargo lo más simple es, con frecuencia, lo más difícil de entender. ¿Por qué?

No voy a ser tan ingenuo de olvidar la política de la literatura, es decir que "la literatura hace política en tanto literatura", tal como lo dijo Jacques Rancière. Pero hay que mantener que la literatura sea sobre todo literatura.

Alguna vez he traducido al castellano algún poema en catalán. Sólo por gusto, por las ganas no sólo de llevar ese poema de una lengua a otra (como etimológicamente significa 'traducir') sino además para llevarlo a otros lugares, en lugar de que las fronteras políticas sean también fronteras lingüísticas.

En Argentina es rarísimo leer la traducción de un libro originalmente en catalán. O en euskera. O en gallego. Y ni hablemos del asturiano o el aragonés, que apenas se conocen como lengua. Parece que ese gesto conllevara reivindicar la independencia de la región donde se habla dicha lengua y no tiene por qué ser así necesariamente.

En la reconocida (y con merecimiento) novela titulada Patria, Fernando Aramburu pone en boca de uno de sus personajes este pensamiento: "Como te salgas de la línea te conviertes en un apestado, incluso en un enemigo. El que escribe en castellano aún tiene salidas. Le publican en Madrid y Barcelona, y a lo mejor, con suerte y talento, sale adelante. No así los que escribimos en euskera. Te cierran las puertas, no te invitan a nada, no existes." Ojalá sólo fuera ficción.

A todo esto, como es evidente, escribo en castellano.
A todo esto, como es obvio, la Feria del Libro debería tratar sobre todo de libros.