3 de febrero de 2008

El dinero

Sí, dicen que todo lo que está en venta se puede comprar. Por supuesto, quien piensa eso es quien piensa en comprar, y por el mismo motivo él mismo está en venta. Luego están los de la otra opinión, los que dicen que las cosas verdaderamente importantes ni se compran ni se venden.

Bueno, nos ponemos fantasiosos. Vamos a imaginar la siguiente situación: un individuo llamado Eros Filoros sale de su casa con la intención de viajar al país de las últimas cosas. Pero para llegar al país de las últimas cosas necesita la ayuda de la Estrella Distante, un transporte rápido, único y, por eso mismo, muy eficaz.

Eros llega a la estación de la Estrella Distante, el conductor está durmiendo y al oír ruido se despierta. Me llamo Eros Filoros, se presenta el individuo, deseo viajar al país de las últimas cosas. El conductor se revuelve en su asiento, se acomoda y gruñe porque no encuentra la postura anterior.

Tus deseos han destruido mi placer. Quiero que me lo devuelvas o no te llevaré a ningún lugar. Sólo llevo dinero, se lamenta Eros, ¿puedo comprar con él tu placer? El conductor enarca las cejas y lo mira incrédulo. Si no sabes cómo usar el dinero no seré yo quien te lo explique. Yo soy el conductor de la Estrella Distante, llevo mis pasajeros a donde me piden. Hay una tarifa para cada destino que es fijada por mi supervisor o mi director o quien sea, no me importa. Yo cobro la tarifa y llevo a los pasajeros. No me pidas que piense por ti. Pero sabes qué te da placer, ¿verdad? Sí, claro que lo sé, el placer que me quitaste antes de que aparecieras ante mí. ¿Pero de qué se trata ese placer? ¿Es dormir, es un sueño que te interrumpí, es la postura que buscaste en el sillón? Si lo supiera lo tendría y por tanto no te lo pediría. Anda, vete, y cuando sepas devolverme mi placer regresa.

Eros Filoros se fue cabizbajo. Por mucho que lo pensaba no lograba saber cómo recuperar el placer del conductor. Pero lo peor es que también había perdido su propio placer. Y tampoco sabía cómo recuperarlo.

2 comentarios:

Andreia dijo...

Bueno, casi mejor que no haya podido seguir el viaje; de lo que tengo entendido sobre el país de las últimas cosas, su pérdida del placer le parecería más placentera que cualquier cosa que encontrase ahí....

Anónimo dijo...

en el país de las ultimas cosas hay al menos una esperanza, que la que encuentres no sea la última.

que el muchacho se consiga un pase libre.