3 de diciembre de 2010

Secretos a voces

No suelo comentar las noticias de política porque ya se retratan a sí mismas, pero la importancia y sobre todo el tratamiento que están recibiendo los cables de Wikileaks (no sé si vale la pena poner un enlace a su nueva página; puede que no tarde en mudarse de nuevo) me empujan a que suelte algunas obviedades. Y es que no es ninguna novedad que en Estados Unidos haya organizaciones de espías diseminadas por todo el mundo con el propósito de mantener su hegemonía mundial, y que abarcan desde la caída del gobierno chileno de Salvador Allende en 1973 hasta las dos guerras de Irak, por no remontarnos a otras fechas ni a otros episodios, ya que su gran número superaría las dimensiones de este mínimo diario.

Tampoco sorprenden los documentos referidos a otros países. ¿O es que a alguien le extraña que el gobierno de Irán siga trabajando en una bomba atómica; o que Berlusconi, el presidente de Italia, viva entre bacanales; o que el gobierno de España pierda el aliento cada vez que llama el embajador de Estados Unidos? (Nótese que nunca digo "Venezuela apoya a Irán" o "Rusia es una mafia". Los ciudadanos de un país no son los responsables de los devaneos de sus reyes o presidentes, por mucho que los crean haber elegido). Ni siquiera que Cristina Fernández de Kirchner necesite ayuda psicológica sabiendo cómo es la situación política en Argentina. Lo preocupante sería que le produjera indiferencia.

¿Entonces dónde está el problema si todo esto ya lo sabemos?

El problema está en la reacción a esto: no sé, yo siempre creí que hay que juzgar a los corruptos, a los conspiradores, a los asesinos. Y en lugar de hacerlo se persigue a Julian Assange, el fundador de Wikileaks, como a uno de los delincuentes más peligrosos, poniendo precio a su cabeza. Apenas unas leves disculpas, a duras penas unas declaraciones que justifiquen o desmientan las revelaciones. ¿No es para echarse a temblar? Ah, no, que aún estamos en crisis.

Parece ser que Wikileaks aún puede publicar más cables, en este caso sobre los bancos y las multinacionales. Qué raro, ¿verdad? ¿Qué escándalo habrán provocado... que no sepamos?