3 de agosto de 2012

Los nombres del amor

Esto no es un comentario ni una crítica. A esto le gustaría ser el eco de la película. Pero esto tropieza con el eco porque en medio se encuentra el gusto, y lo que quiere ser digestión son unos dientes a punto de ser cepillados. Pensamos que ojalá hubiera alguien como la protagonista de la película, muchos, muchas como ella para estar fuera de lugar, para que las leyes sean la excepción, para que haya cuerpos abiertos en almas bellas, para que las lluvias no formen islas, para que nos digan: los extranjeros son los únicos que merecen la nacionalidad francesa. Y española. Y argentina.

Pero no es así. No existe ella, somos demasiado ficticios para ella. Nos la pasamos en lamentos de que no hay nadie más, de que ya no hay buenas buenas películas ni buenos libros, ni hay un modelo al que seguir.

Podríamos decir: Dejemos de creer que cualquier tiempo pasado fue mejor y valoremos lo mejor de nuestro tiempo. ¿Pero quién nos creerá?

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