25 de junio de 2013

Rayuela, cincuenta años después

Dicen que en estos días se cumplen cincuenta años de la publicación de Rayuela. Bueno está recordarlo para volver a leerla, como suele hacerse en las efemérides, pero si se trata de una celebración de este libro y no sólo de una convención el tópico debe acabar en este punto.

Así que pongámosle una música de fondo y de frente. Algo como la sutil tristeza de Bessie Smith:



La música podría remitirnos a la compañía abatida de Berthe Trépat abandonada al trasnoche. Desolada Berthe, desolada compañía, desolada música de la victoria. Durante unos días se volverán a hablar de las excelencias de la novela-antinovela que vuelve sin los geniales carpetazos de matar al padre, pues está vigente esa manera de pasear por las calles de cualquier ciudad (y no sólo París o Buenos Aires) guareciéndose en los portales del frío y de la lluvia, caminando sin pisar el dibujo de las aceras, esperando el colectivo mientras los travestis buscan clientes, jugando con seriedad a inventarse el mundo; pues "sólo viviendo absurdamente se podría romper alguna vez este absurdo infinito", como se repitió Oliveira.

¿Y entonces?

Entonces pasará la fecha de celebración y vendrán de nuevo los que ni entienden ni quieren entender Rayuela y duplicarán sus lúgubres críticas de qué buen cuentista, lástima que le diera por la novela, qué mal libro, exagerado, imposible, se pretende herir la realidad y los personajes son tan cool,. Para cada novela se aumentarán los defectos, a pesar de que esas opiniones no les importen a los lectores, pues ya habrían disfrutado Rayuela en la edición original de Sudamericana (hoy un tesoro inhallable) o en las ediciones anotadas de Ayacucho (incluyendo el capítulo perdido en el orden de lectura) o de Cátedra (donde subrayé "hay libros que te llegan en el momento adecuado" cuando nunca subrayo los libros) o en la renovada y oportunista de Alfaguara (agregando varias cartas sobre la redacción) que acaba de publicarse. Yo mismo volveré a leerla (como me propuse hacerlo por lo menos una vez cada década) y seguiré buscando a la Maga, aunque ya la haya encontrado y no lo sepa, aunque le dé otro nombre y otro origen, aunque me desarme, me desconcierte, me contradiga: ella cruza la vereda y andá a seguirla.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermosa propuesta leer rayuela cada un mínimo de diez años! Es la mejor receta para encontrar a la Maga.

Óscar Martín Hoy dijo...

Me alegro de que te guste. Es una propuesta para encontrarnos todos sin pérdida.