"Tal
vez, como tentativa, como horizonte de discusión siempre provisorio, estamos en
condiciones e rescatar ese concepto – cosmopolitismo – para pensarlo de otro
modo, darle otro contenido: un contenido crítico. El cosmopolitismo como un
modo de cuestionar la globalización. Y como un modo de cuestionar el
nacionalismo fascista. Un cosmopolitismo de lo abierto, de la diferencia, de lo
heterogéneo, incluso de la inadecuación: el cosmopolita ya no sería ese “ciudadano
del mundo”, que tiene su casa en todas partes, que se siente pleno en todas
partes, que habita el mundo; sino el que conociendo el mundo como nadie, no se
adecua a él. Es el que vive en el malestar frente al estado de las cosas, el
que habla varias lenguas para cuestionar – desde adentro – los lugares comunes
de cada una de ellas."
Damián Tabarovsky. Fantasma de la vanguardia.
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