15 de mayo de 2007

Micah P. Hinson



¡Mira lo que he encontrado!, dijo uno de los habitantes. Era un caracol que se desplazaba a toda velocidad por el monoambiente. Con cuidado le acercamos un dedo y el caracol trepó por él, siguió por la mano y bajó por la espalda. Y siguió de largo. Pero había dejado un rastro. A contraluz leímos la película. Allí se nos reveló el dolor de Micah P. Hinson.

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