9 de junio de 2009

Schibboleth

Como si aquél mismo que invita o recibe, como si el habitante residiese siempre, él mismo, en casa del habitante, ese huésped al que cree dar hospitalidad cuando, en verdad, él es quien empieza por recibirla de éste. Como si, en verdad, fuese recibido por aquél que él cree recibir.


Esta reflexión de Jacques Derrida viene que ni pintada para agradecer a los pocos que se acercan a este lugar semianónimo, que a veces es un cactus en el desierto y otras un bosque tupido, e incluso se atreven a regalar su tiempo al que escribió esto, como él mismo hizo una vez bajo un discreto anuncio de "Regalo tiempo" y que pocos entendieron porque quién regala el tiempo si es inasible y si además es gratis. Y lo gratis no se regala, cómo no.

A veces, de todos modos, el silencio, que pesa como el verano, tiene que recorrerse hasta el fin del camino y abrirse en una ventana y echar a volar batiendo sus hojas hasta ser árbol y llegar hasta las raíces cuadradas que de moverse se han hecho ruedas y se [interrupciónporfuerzamayor]

3 comentarios:

mare dijo...

"La bibliocultura seguirá haciendo la competencia, todavía durante un cierto tiempo, a muchas otras formas de publicación que se sustraen a las formas heredadas de la autorización, de la autentificación, del control, de la habilitación, de la selección, de la sanción, incluso de mil otras formas de censura" (derrida)
¿y si pensamos en blogcultura?

Men dijo...

Gracias a tí por ser así

Óscar Martín Hoy dijo...

Para que pueda reutilizarse sin remordimientos completo la cita:

Derrida, Jacques, Aporías. Morir-esperarse (en) "los límites de la verdad", traducción de Cristina de Peretti, Barcelona, Paidós, 1998, p. 28.

Y sí, estaría bueno pensar en la blogcultura, para que al menos, de vez en cuando, encontremos alguna de las palabras que buscamos. Y el que escribe sin lectores es como el que no escribe. Gracias mutuas, lectores.