20 de julio de 2019

Margarita a lo Gandolfo




Me gusta muchísimo
Sara Mesa es una de las mejores narradoras que hoy cuenta la literatura española. Los premios y la publicación de su obra en una gran editorial como Anagrama no han tardado en consagrarla. Por eso es de celebrar que haya escrito un libro como Silencio administrativo, el cual relata con detalle cómo nuestra sociedad estigmatiza la pobreza - la aporofobia, el miedo a los pobres, como dijo la filósofa Adela Cortina - y condena a quien viva en la calle a un irremediable deterioro físico y mental. El libro es relatado desde la perspectiva de quien es Sara Mesa, es decir desde una escritora, una narradora. Bajo el nombre de Beatriz cuenta cómo se interesó por la vida de una mujer llamada Carmen, que mendiga en las calles de Sevilla y duerme en un garaje. Y enseguida descubre cómo la burocracia, para que reciba alguna ayuda, es tan intrincada que resulta imposible de resolver. Éste es uno de los problemas más graves del mundo actual: la pobreza. Y es uno de los invisibilizados para los políticos y para los medios de comunicación.

Me gusta mucho
El libro de Elvio E. Gandolfo La mujer de mi vida, donde se recogen algunas de las margaritas que publicó y que dan título a esta entrada del blog. Por ser una recopilación de artículos el resultado es inevitablemente irregular, ya que algunos son mejores que otros, es decir que se disfrutan más. De todos modos al terminar el libro me quedo con el deseo de más, que tal vez sea el mejor elogio de una recopilación. Puestos a hablar de Gandolfo, El año de Stevenson es una maravilla, una poesía amena, directa y enternecedora, que te invita a quedarte con el autor a tomar mate.

Me gusta un poco
Leo Los testamentos falsificados de Milan Kundera, publicados por primera vez en español en 1994 y en francés en 1993, y no puedo evitar sentirlos de otra época cuando se refiere a «nuestro siglo». ¿Tanto ha cambiado? Sí, eso parece. Tanto ha cambiado. Las Guerras Mundiales se han convertido en Guerras Globales: diversos grupos de ideología afín han perpretado atentados en París, en Londres, en Nueva York, en Nueva Zelanda, en Sri Lanka. Se puede ver en tiempo real y sincronizado una serie de televisión o un partido de fútbol. Las interpretaciones erróneas de Janácek y de Kafka se han asimilado a unos clichés que ya no cuestiona nadie. Las condenas y rechazos a artistas por su apoyo al fascismo o al comunismo se difunden más bien cuando trasciende una denuncia de abuso (a niños o a mujeres). La situación política de la literatura de Kundera se ha convertido en situación histórica. Y como además Kundera ya no publica se lo relega cada vez más al olvido del pasado, aunque todavía de vez en cuando su nombre suena entre las candidaturas al premio Nobel.

No me gusta nada
Los programas de lecturas que los Ministerios de Educación de países como España y Argentina decretan para la enseñanza en la Secundaria están hechos con tal desidia que no fomentan la lectura, sino el aborrecimiento a los libros.  Los alumnos simulan aprender porque los profesores simulan enseñar un caos que tiene un aire de lista de la compra: este año leemos este libro, el próximo está de moda tal otro. Esos programas están atestados de listas, conceptos, temas con los cuales el profesor debe hacer malabarismos para aparentar un orden. Pero claro, ya he dicho que el resultado es un caos. Si el alumno simula aprender lo que en muchos casos hace es tan sólo aprobar, es decir tener la nota de aprobado, que tarde o temprano logrará porque hay que ajustar el número de alumnos al de permitidos en una clase (a menudo al de los que pueden entrar en un aula). Así irá pasando los cursos hasta terminar la Secundaria, sin poseer los conocimientos que se le suponen. Pero con el título en mano ya no se hablará de fracaso escolar.

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