22 de noviembre de 2007

Crepúsculo



Las sombras causan un placer indefinido, como conjunción del día y de la noche. Las sombras menguan y engrandecen la figura y con ella el sentimiento que contiene la figura, la parte esencial del todo. Aquello que vemos será lo que queramos que sea, pues lo estamos adivinando, lo estamos recomponiendo, lo estamos recreando. No se sabe cuándo pero las sombras avanzan poco a poco y de repente están allí, el cielo velado, a la espera de que nosotros lo revelemos. A simple vista uno podría pensar que el día declina y que nosotros declinamos con él, cuando no es más que otro equívoco de la prisa de languidecer. En las sombras está la esperanza. Llenar el frío vacío de la duda, de la espera incompleta. Es el mejor motivo para reaccionar y encender la luz que surge en nuestro pensamiento, como el mismo brillo que despierta al ave fénix de las cenizas grises, ensombrecidas.

Hoy es siempre todavía, nos recuerda Machado. Que cada uno ligue luz, crepúsculo y oscuridad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me lo voy a guardar