15 de febrero de 2009

Los días en rojo

En la tarde de ayer, un tipo llevaba un ramo de rosas por la calle. Uno podría creer que se trataba del novio que iba al encuentro de su pareja, hasta que se acercó a dos chicas y les ofreció las rosas. No se trataba de un galán, sólo estaba vendiendo las rosas. El motivo era que, según dicen las noticias, ayer era el día de los enamorados y así nos lo recordaron durante horas; y la noche seguía siendo el día de los enamorados. Bueno, pues ya que hay que hablar de ese día hagámoslo. Ya está hecho.

Hoy, que parece ser otro día, nos duchamos para alejarnos del calor de ayer y desayunamos café con medialunas mientras leemos el diario en la cama, esa ociosa y despreocupada comodidad de un domingo por la mañana. Uno de los habitantes preguntó qué es el amor, pero no obtuvo respuesta porque lo hizo en sueños. Estuvo bien así, no hay que buscar respuesta a los sueños, sólo realizarlos.

El aire de la mañana se mueve por las aspas del ventilador, efecto irreal de la realidad, animación teatral del mundo. Pero el corazón tiene sus propios latidos.

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