18 de septiembre de 2010

Lluvia tras lluvia

Lluvia en Buenos Aires.
Lluvia en Madrid.
Lluvia en Barcelona.

Los viajes de vuelta son tan breves, tan intrascendentes. No importa cuánto tarde el avión o el tren. Es una vuelta que no deseas. Sólo sabes que vas avanzando hacia lo conocido, que es lo de siempre. Y no quieres esa calma, porque en esa calma no pasa nada. Tienes sueño, te mueves por los pasillos como un autómata que no puede resolver la partida jugada. Obedeces todas las órdenes edulcoradas de forzada amabilidad, te dejas conducir por los carteles, no te preguntas si son contradictorios o no. Y entonces acaba la vuelta, porque sabías dónde acabaría, porque vuelves a estar entre vuelta y vuelta. Y no puedes dar marcha atrás.

2 comentarios:

Ego dijo...

Como siempre digo, amigo: Para volver hay que irse :)

Rebienllegado!!!

Óscar Martín Hoy dijo...

Es verdad. Y no dudes que volveré tan pronto como me vine.