3 de septiembre de 2010

Las literaturas nacionales en la encrucijada global

Conferencia de Josefina Ludmer y de Dardo Scavino en el MALBA. ¡Felicidad!
Bueno, no tanta cuando para llegar hay que combatir una lluvia de varios días y el colectivo me deja a diez minutos (que son más de quince por gentileza de la orientación). Pero llego justo a tiempo, la puntualidad argentina ya es proverbial y en el momento de entrar en la sala oigo cómo la moderadora presenta a los invitados a la conferencia, que más bien es una charla. Saco un papel y tomo unas notas:

El nombre 'América latina' nace con intención política en 1857 por un artículo del chileno Francisco Bilbao, a propósito de la invasión de Nicaragua por parte de Estados Unidos. Es un claro posicionamiento frente a la denominación 'América sajona', la perteneciente al país invasor.

La palabra 'revolución' no aparece en los actos conmemorativos del Bicentenario cuando precisamente celebran la independencia de Argentina (y de otros países que no participan en los festejos, dándose todos de manera aislada, a nivel nacional).

Se percibe mejor lo latinoamericano desde el exterior porque los europeos no aceptan como iguales a los argentinos y a los de otros países de América latina.

Muy interesante. De acuerdo. Salvo que añado una apreciación a la última nota: los latinoamericanos tampoco aceptan como iguales a los europeos. Ya puedo pasar años en el país que aún se me supone el gashego gritón con aire de boludo que habrá venido a gastar euros en cualquier cosa más anodina que excepcional. El origen es un rastro de piedras como migas de pan que nos delata y nos persigue. No hay manera de que nos libremos de su peso por mucho que liberemos poco a poco.

Acabada la conferencia me acerqué a Josefina Ludmer. Enhorabuena, me encantó, se me hizo muy corta, me parecieron muy cercanas muchas ideas porque también las estudio bla bli blu.

Una sonrisa como respuesta.

Un saludo a alguien que también esperaba. Qué tal, cómo andás. Etcétera.

Una espalda muy hermosa. Vieja chota.

Me fijé en el entorno y percibí un ambiente de falsa camaradería en que todos se conocen y todos se saludan porque forman parte del mismo gueto. Había algo nauseabundo en el falso interés por los otros miembros del grupo, así como en el cierto desinterés por los que no formaban parte de él. De modo que arreglé mi chaqueta y, sin más dilaciones, salí del Malba con paso tranquilo. Qué asco de conferencia, pensé. En cuanto me lea el libro lo regalo.

3 comentarios:

Noelia A dijo...

Es siempre un privilegio estar en bs as para poder asistir a los eventos que allí se realizan. Como imaginarás, los del interior del país nos vemos un poco alejados y privados de todas esas cosas: talleres, charlas, disertaciones, etc.
Y qué horrible lo que contás al final, habitantes, qué feo que eso se de en los círculos donde se presume sapiencia. Una verdadera vergüenza, qué querés que te diga. Pero ahí está, es común ya eh!Una pandemia...
Y lo que decís de los gallegos, estás en lo cierto.
Los prejuicios están a la orden del día en todas partes, y entendiendo prejuicio en ese de armarse un juicio de algo o alguien sin conocer! O sea, hablar por hablar. Ni decirte que el prejuicio va de la mano con la ignorancia, no existe sin ella. Asi que ya sabés a quien atribuirselo, a los ignorantes, es así en todas partes, se toma extiende una cualidad (que generalmente es falsa) a úna poblacion o raza, o género o religión, etc, y se hace un estereotipo.
Y a veces es molesto, sabes, que el extranjero se lleve una impresión tan fea, porque en realidad se lleva la impresión de lo que ve en Bs. As., y allí la gente tiende a ser más arrogante (supongo ha de ser una caracteristica de las capitales, por esto de ser capital, precisamente)
La decepción quizás podés quitartela conociendo otras provincias, el sur, el norte, que encima tienen un paisaje precioso. Ahora lo del círculo de intelectuales y sus falsas camaraderías debe ser algo irreversible ya.
A mi me saturan los seguidores de Sarmiento, por ejemplo. Porque en su afán de divulgarlo pasan por alto el determinismo ideológico que tenia dicho "padre de la educación". Y no es que lo ignoran, lo eluden. Parece que las cartas que le mandó a Mitre no bastaran para dejar claro el desprecio que sentía el don Faustino para con los gauchos, los indios, y también los españoles, querido habitantes. Y ahí lo tenés, en un montón de monumentos, bustos y conmemoraciones. Habra hecho mucho por la educación (importando gente de afuera, la de acá no servía bajo su lupa), pero creo que deberían aclarar también el corte recista que tenía.
Un gusto leer la entrada, y un gusto ver sinceridad en ella.

Noelia A dijo...

*racista

Óscar Martín Hoy dijo...

Bueno, Noelia, en la asistencia a los actos de Buenos Aires estamos igual. He tenido que viajar a España y ahora Buenos Aires queda tan lejos. He llegado hoy y estoy cansado y lleno de jet lag, pero estoy aún más cansado de despedirme de Buenos Aires. Para seguir con la sinceridad me gustaría quedarme de una vez en Argentina. El único privilegio de ser español es el euro y eso no puede bastar para una identidad. Antes preferiría ser argentino. Porque es por elección, fuera de políticas, de imposiciones y de nacionalidades.
En cuanto al círculo de intelectuales, me temo que está tan presente que no logro eludirlo. Y si a esto le sumas prejuicios tan absurdos como que no te caiga bien un español porque lo relacionas con una falsa atribución cultural, entonces ya verás cómo son (y Sarmiento estaba cargado de prejuicios). Hay mucha pérdida de tiempo en los estereotipos. Lo bueno es que podamos evitarlos.