30 de junio de 2011

Roma, Turín

No creo que siga con esta búsqueda de portales pero quise pasarme por Roma ya que no hace mucho la visité como un completo ignorante de por dónde caminaba. Salvo las que indicaban los carteles turísticos no obtuve más referencia que la puerta de una iglesia que aparece en El código da Vinci, del que no he visto la película ni he leído el libro. Poco podía interesarme, pues, esa referencia. Así que me acordé de la experiencia y volví a Roma para instalarme frente a la casa donde estuvo viviendo María Zambrano:


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Hoy es el restaurante dal Bolognese, que tan sólo parece albergar la gastronomía como actividad cultural (y en Italia la cocina es todo un arte). Lo que antes y ahora viene cumpliendo la misma función es el hotel Roma, de Turín:


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En la habitación 346 de este hotel (por entonces era el Albergo Roma) Cesare Pavese se suicidó. Cómo pudo llegar allí, después de escribir en su diario dos días atrás: “Todo esto da asco. Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más”.
Dos estancias provisionales en lugares de paso. No se trata de forzar las circunstancias para que coincidan. ¿Pero por qué aislar las últimas líneas del diario de Pavese? ¿Por qué buscarles una relación con el inicio de una carta de Zambrano a Lezama Lima que escribió en Roma, en la que sólo le escribe "dos líneas solamente pues estoy que no puedo más de trabajo, para pedirle que me envíe pronto, dos o tres poemas suyos"? Lo más fácil es pensar, con Pavese, que trabajar cansa. Pero hay algo más, algo que no logro descifrar, algo que me entorpece la distancia, como de signos enharinados por el polvo del aire. Qué quisiera escribir en este instante.

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