12 de febrero de 2013

Carta a Julio Cortázar

Querido Julio:

No creo que te llegue esta carta, sólo conozco una de tus direcciones postales y hace tiempo te mudaste. Así que no la leerás. Pero alguien lo hará en tu lugar, y entonces tendrá sentido escribirla. ¿Y por qué te escribo? Qué sé yo. Porque no lo hice antes y quería contarte alguna cosa. Como por ejemplo, que estuve con Aurora y ya está muy viejita pero tan lúcida y pizpireta como siempre. Y también con Noé Jitrik, al que le debo una visita a su biblioteca. Trabajan más que yo, y no es que yo me esté de brazos cruzados: Estoy leyendo a Foucault, a Wislawa Szymborska, a Houellebecq, el Tratado de argumentación de Perelman (éste para las clases que doy en la facultad) y una recopilación de textos sobre lo global y lo local. Y ayer, un cuento de Samanta Schweblin, "Un hombre sin suerte". Te gustarían sus cuentos, tienen un punto siniestro que harían bailar a Poe.
De vez en cuando me paso por la librería Norte, la que era de Héctor Yánover y que ahora dirige su hija. Hablo con Sandro Barrella sobre poesía y se manda alguna recomendación. Hace meses le encargué una antología de Tranströmer y Potrillo de Charles Wright. El primero estaba por comprarlo la última vez que fui, pero el precio me desbarrancó, y eso que la editorial Nórdica no es tan cara como otras españolas. Puse cara de vampirillo y lo reservé. Y sólo logré retrasar su compra por algún otro desaprensivo. Sandro me dijo que han llegado más ejemplares; voy a ver si para la próxima vez me hago un dobladillo en el pantalón y me reservo unos pesos.
El verano porteño me aplasta con su humedad sin lluvia, como una mosca contra el cristal. Hoy he ido al río para un reportaje sobre españoles en Argentina. Tú sabes cómo es eso de las nacionalidades, los países. No te lo recordaré. Pero es extraño defenderme como extranjero cuando no lo siento así, y tener que inventarme qué echo de menos (salvo la familia y los amigos) o cómo me afectó la crisis (cuando la económica no deja de ser una consecuencia de la social y la moral de décadas y décadas).
Bueno, no te entretengo más, debes de estar muy ocupado. Mesecina no sabe de ti pero si supiera te mandaría unos ronroneos y te maullaría una especie de canción. Como no es el caso se tira al suelo como un bife y huye del calor. Yo te mando un saludo y todo el afecto,

                                                                                                       Óscar.

2 comentarios:

Noelia A dijo...

Buena iniciativa esta de mandarle a Julio una carta, la lea quien la lea, quizás la lectura tenga algo de mediúmnico y la aprecie a través de otros ojos...
Destaco esta parte "El verano porteño me aplasta con su humedad sin lluvia, como una mosca contra el cristal." jaja, me dio gracia.

La Samanta, una genia, a ese cuento no lo leí, sé que ganó el Rulfo con un cuento, un cuento que aún no leo...

Un gusto pasar por tus líneas.

Abrazos

Óscar Martín Hoy dijo...

Lo que es seguro es la carta llegó, la has leído tú. Y si mi contador de visitas no me engaña, no creo que las otras sean todas mías.

El cuento de Samanta con el que ganó el Rulfo puedes leerlo en el enlace: es el que se publicó en Página/12.

Me alegro de verte de nuevo por aquí, Noe. Y que disfrutes leerme. Como yo a ti.

Un abrazo.