29 de diciembre de 2014

"No hay nada radicalmente nuevo", la vieja nueva necedad de Harold Bloom

Hace unos días leí una entrevista a Harold Bloom en el suplemento ADN del diario La Nación, que es el eco de otra que apareció hace unas semanas en El País. En ambas se destaca la idea de que en la literatura actual no hay nada nuevo, radicalmente nuevo. Esto no deja de ser eco de que todo ya está escrito, todo ya está hecho. El eterno retorno.Y ya que estamos en los últimos días del año me dan ganas de recordarlo.

Está claro que la idea de Bloom no es original. ¿Entonces para qué lo siguen publicando y entrevistando? ¿Por qué creen que dirá algo nuevo si podemos leer muchos otros libros que aún tenemos pendientes? ¿Alguien realmente cree que es un provocador con sus declaraciones "polémicas y ácidas"? En el fondo nos quiere decir: "no lean nada de lo que se publique ahora, no vale la pena". E incluso: "no escriban nada más, no aportarán nada que valga la pena". Y más en el fondo nos dice: "me da igual la literatura de mi tiempo, sólo me interesa el pasado".

A ver, expliquémoslo de una manera razonada y decorosa: ¿que ya está todo dicho? ¡claro que sí! Todo se dijo incluso antes de que fuera dicho, cuando los primeros humanos aprendieron a comunicarse y dieron forma a los grandes temas, y luego otros humanos tomaron esos temas y les dieron otra forma, la misma pero distinta en cada impresión, en cada versión.Como seres humanos compartimos los mismos temas pero cambian nuestra manera de percibirlos, de entenderlos. Por eso es necesario reinterpretarlos: porque los revivimos, porque también los vivimos. Si tomamos un gran tema como el amor enseguida advertimos que no es el mismo amor el de Penélope, que esperó durante veinte años el regreso de su marido en La Odisea, que el de los poemas de albada, de la Edad Media, que se refieren al lamento de la amada cuando su pareja debe irse antes de que los demás (el padre, el marido, etc.) descubran que pasaron la noche juntos; o tampoco es el mismo que el de Romeo y Julieta, que lucharon hasta la muerte contra las normas sociales que los separaban; o tampoco el que sintió Fausto para vender su alma al Diablo a cambio de que le correspondiera su amada. Y esto sólo por poner ejemplos clásicos. ¿Cómo no será también distinto el modo en que demuestran su amor los personajes de Jhumpa Lahiri, de Margaret Atwood, de Javier Marías, de Haruki Murakami, de todo aquel que hoy escriba? Es el mismo sentimiento pero otra sensibilidad, y por tanto es otra expresión. Todas son humanas. Todas son necesarias. Suerte que aún vendrá mucha literatura. Estoy deseando que llegue 2015.

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