23 de mayo de 2010

De tiempos posibles

En apenas dos semanas el pasado se ha hecho presente por dos encuentros memorables, tanto que se imponen por sí mismos y me obligan a transcribirlos de la manera en que este lugar lo permite. A fin de cuentas, ¿a quien pueden importar las cosas de uno mismo si no es a uno mismo? A muchos, parece ser, por las noticias de cotilleos y otros agujeros intrascendentes. Pero como a alguien le interesará, aunque sólo sea a uno mismo, debo consignar que, después de diez años, me reencontré con mis compañeros del colegio y con mis primos.

Fueron diez tanto en un caso como en el otro: diez de la última cena con algunos de los compañeros y diez de la visita a mis primos. Y, en apenas unas horas, fue volver al punto en que lo dejamos, con apenas unas arrugas que nos llevaran la contraria pero el mismo afecto, las mismas bromas, los mismos recuerdos. No soy muy amigo de las nostalgias, prefiero construir el presente y el futuro, pero es que justamente allí había presente, no sólo una colección de fotos y de anécdotas. Si digo que volví a sentirme el niño que no pensaba más que en jugar con los de la clase es que hasta las palabras se vuelven con la misma estructura, la misma ingenuidad. Tan sólo la conciencia no me permite serlo del todo, esa conciencia de hilar una palabras otra y del cómo y del cuándo. Y así fue también con mis primos, de quienes aún estoy asimilando que los volviera a ver después de tanto tiempo y de tanto cariño, pues cada vez que nos veíamos era un acontecimiento, siempre, sin excepción, y tan cruel la despedida como arrancarse las uñas.

¿Por qué, pues, dejamos que pase tanto tiempo? ¿Por qué no hacemos posible el tiempo? ¿Por qué hay que terminar con preguntas, como si sólo pudiéramos remitirnos a la duda de un nuevo e incierto encuentro? ¿Por qué me quedo con la sensación de que aún no he dicho nada?

5 comentarios:

Yo dijo...

A tus últimas preguntas... no sabría qué decir, o sí, algo que se puede decir siempre y además de ser cierto, nos salva y limpia la conciencia. Sería un "porque somos humanos". Pero esa respuesta consolará a otros... a mí nunca

"La amistad es una flor que hay que regar para que crezca", eso he leído alguna vez y pienso que es cierto. Es muy fácil perder una amistad, lo difícil es conservarla y hacerla crecer, pero la Vida es tan así, que a veces nos da otra oportunidad, como a tí ahora

Aprovecha y disfruta esta nueva etapa !!!

Anónimo dijo...

basicamente es que no has dicho nada.
más que recorrer tu incertidumbre, y sacarla de encima como si eso aliviara algo, culpa? no. no sirve,no sublima nada.

Óscar Martín Hoy dijo...

Eso intentaré, Yo (o Tú, como quieras entenderlo en el laberinto de nombres propios y comunes), aunque tengo la sensación de que no lo logro del todo.

Y así nace lo que tú dices, Anónimo reconocido, porque es cierto, no digo nada, sólo expreso mi impotencia.

Es un buen ejemplo de lo que no hay que hacer ni decir ni escribir.

Xocas dijo...

Lo diré clarito: el tiempo es un cabrón con pintas. Un tiparraco desagradable y maleducado como aquellos que nos amargaban la infancia. Siempre más fuerte, más malicioso, más experto, más hábil...
Pero se hace más vulnerable cuanto más avanza el reloj. O será que nuestro propio tiempo se encarga de hacernos ver que no merece tanta atención.
Cuida a aquellas personas que quieres y disfruta de lo que has recuperado. No ha sido poco encontrarlos de nuevo.
Un abrazo.

Óscar Martín Hoy dijo...

Eso pienso hacer, Xocas: con lo que costó recuperarlas no las perderé de nuevo. Después de todo ellos me demuestran el buen recuerdo que les dejé. Un abrazo.