30 de marzo de 2010

La luz por la mañana







Edward Hopper: Morning Sun.


¿Cómo será levantarse en los lugares donde nunca he estado? ¿Será la misma luz, la misma ventana? ¿O, aunque en apariencia el despertar y el sol sean los mismos, serán distintos la mirada y el reflejo?

A pesar de los numerosos viajes que he hecho soy de los que no pueden dormir a gusto si no es en mi cama. Ya pueden darme una muy cómoda, mullida, arropada, caliente, silenciosa: hay un temblor dentro de mí que me impide caer en el sueño profundo, como si de repente sorprendiera a una visita intempestiva en la casa de mis anfitriones o alguien fuera a abordar la habitación de mi hotel.

Durante mucho tiempo esa sensación fue mórbidamente intensa. Tanto si me hubiera acostado temprano como si acabara de meterme entre las sábanas, me despertaba a las seis en punto. Sin posibilidad de retrasarme ni adelantarme ni un solo minuto. No podía evitarlo ni cambiando la hora del reloj. Esto que podría parecer una ventaja para nunca llegar tarde era un verdadero fastidio cuando me esperaban dos o tres horas después. Y yo, que nunca he sido de madrugar, no tenía más opción que de encontrarme con mis pensamientos a falta de poder salir de la habitación o de recurrir a los libros o la música.

Así nacieron muchas páginas que ya no recuerdo. O sólo las recuerdo en los sueños. O sólo en las vigilias.

Por suerte creo que ya cambié esa costumbre tan desagradable. Pero quizás haya que agotar las mañanas de los lugares que aún me esperan para que me reciban, para que me hagan sentir como en casa, como en mi cama.

20 de marzo de 2010

Primavera

Una semana y media sin añadir ni una coma, y el resultado ha sido tan drástico que si la entrada anterior estaba en medio del invierno hoy comienza la primavera. En otras circunstancia este hecho sería irrelevante. Es raro el año que celebre esta fecha o incluso que sea un día señalado, porque a menudo no corresponde al tiempo físico y ni siquiera meteorológico. Esta semana amaneció en invierno, luego fue abriendo poco a poco sus flores, se entrecerró en un oscuro frío y por fin hoy la percibimos tan contemporánea que se trajo la cálida luz de las Azores.

En esta parte del mundo, en Mantua, en Corinto, en Nantes, en Ljubliana, en Pernik, en Constantinopla, en Damasco, en Alejandría, en Orán, en Sintra, nos asomamos a la ventana y vemos a las abejas y a su familia zumbando de flor en flor, y recordamos ese haikú de Issa Kobayashi:

Bajo el cerezo en flor
nadie es
tan extranjero.


Que nos acompaña y nos hace sentir como en casa. Y de alguna manera también estamos en Portugal, en Argelia, en Egipto, en Siria, en Turquía, en Bulgaria, en Eslovenia, en Francia, en Grecia o en Italia.

Esto es una falacia, claro, pero quizás no lo sea menos que hoy comienza la primavera porque de repente el cielo se ha vuelto blanco de lluviergüenza y amenaza con oscurecer la poca luz que ya entra por la ventana. Sí, dan ganas de pasear en bicicleta, de escuchar a Vivaldi, de decirle a Issa que no estará solo porque los árboles ya han florecido. Pero qué ganas, realmente qué ganas dejarse llevar por los buenos aires y estar en el otro cabo del mundo.

9 de marzo de 2010

En medio del invierno

En medio del invierno los días se aceleran y ya quieren hablarnos de primavera. Sol negro por la mañana, sol gris por la tarde. Y de repente nieve. Las penas de los contratiempos distan de atraparnos, el futuro se viene como un soplo constante, hay una extraña alegría solazada en los rincones que se levanta sin sombra y zumba a nuestro alrededor. Ya no hay retiradas, salimos a jugar y tiramos la llave. Todo ayer se vuelve ahora. El aire es frío y no importa, porque el azar se conjura a nuestro favor, el azar es una pluma blanca que se balancea, gira y se multiplica en miles de plumas. Las nubes pestañean, la luz deriva su rumbo pero no se aleja, pronto iniciará el amanecer. Aunque la vida se simule a sí misma y se recate en los calendarios, los caminos convergen en nuestras manos. El tiempo rueda como una llama. Y simplemente nieva.

7 de marzo de 2010

Los premios

Nunca me han convencido los premios. Muchas veces me han parecido injustos y arbitrarios, dependientes de unos criterios tan subjetivos como son el estado de ánimo de quien premia, la simpatía, el amiguismo y otros más que poco (por no decir nada) tienen que ver con el objeto premiado. ¿Quién puede decidir, en última instancia, que esto o aquello está bien o es mejor que lo demás?

Podría haber pensado esto a propósito de la entrega de los Oscar, aunque no sea el caso. La edición de este año se ha presentado como un duelo entre Avatar y En tierra hostil (había escrito "hostial" y no quedaba mal, no), animado además por el hecho de que los directores de las respectivas películas hayan estado casados. Lo cierto es que no puedo decir nada de esas películas porque aún no las he visto, pero sí en cambio de Inglorious Basterds y Precious, y me han gustado hasta el punto de que las consideraría más dignas de ser premiadas, al menos entre las que han entrado en la nominación ya que no lo están ni La carretera ni Celda 211. Pero claro, esto también sería sólo según mi propio criterio.

En cuanto a música, poco se puede decir, cuando ha primado más la comercialidad que la calidad.

Y de la literatura, algún que otro premiado habrá sido meritorio, pero no deja de llamarme la atención que mis autores preferidos (Paul Celan, Fernando Pessoa, Jorge Luis Borges, Franz Kafka, Julio Cortázar) no hayan recibido el Nobel, y sin embargo sí se lo otorgaron a, por ejemplo, Winston Churchill.

Siempre he pensado que el mayor premio es que haga disfrutar con lo que hago (a pesar de que esta entrada sea muy discreta). Y el que pido también, obvio. El resto (dotaciones económicas, honorarios comerciales, fenómenos de masas, etc.) es algo ajeno, como de otro mundo, como si no tuviera que ver con nosotros.

(prometo esforzarme más la próxima vez)

2 de marzo de 2010

Si viviera...

Volviendo a casa esta mañana no sé por qué he recordado una frase que me llamó la atención en la reciente entrega de los Goya dicha (no sé cuál de los tres directores) por el que recogió el premio a la mejor película de animación. La película era Planet 51 y la frase en cuestión era "Si Goya hubiera vivido hoy, hubiera hecho animación", y así como en estas pocas líneas he convocado muchas rimas que me causan emoción también esta mañana he recordado esta otra frase atribuida a DJ Chamiito y copiada en muchas firmas: "Si Mozart hubiese nacido a finales del siglo xx hubiese sido DJ". No quiero ser petulante con las correcciones (debería ser 'Si tal hubiera o hubiese... habría' y no repetir 'hubiera... hubiera', 'hubiese... hubiese', etc.), sino que me ha dado por pensar en la moda ésta de atribuir a muertos ilustres una nueva dedicación de seguir vivos. Puede que sea por caminar bajo la lluvia, por volver a casa o por escuchar la música de Emir Kusturica, pero me sorprende la familiaridad que tienen algunos con famosos cuya vida y pensamientos conocen tan profundamente que saben incluso qué harían si resucitasen siglos después de haber muerto. Así que, puestos a divagar, pensemos otros ejemplos, los que vayan surgiendo, así como quien no quiere la cosa.

Si hoy viviera Cervantes sería adicto a internet pero no chatearía.
Si hoy viviera Catulo se llamaría Catalina y trabajaría de corista en Las Vegas.
Si hoy viviera Simón Bolívar le daría collejas a Hugo Chávez hasta que le doliera la mano.
Si hoy viviera Van Gogh se cortaría las dos orejas y el rabo.
Si hoy viviera Berlusconi sería actor de películas de serie B (ah, no, que aún no ha muerto).
Si hoy viviera Beethoven rompería su audífono.
Si hoy viviera Hitler tendría un despacho en el Fondo Monetario Internacional.
Si hoy viviera Franco suspenderían su programa de monólogos por falta de audiencia.
Si hoy viviera Kafka seguiría trabajando en su oficina de correos.
Si hoy viviera Bukowski rodaría películas porno.
Si hoy viviera Homero sería cronista de guerra en África.
Si hoy viviera Colón viajaría a Marte para descubrir vida inteligente y descubriría agua en la Luna.
Si hoy viviera Hipócrates sería cirujano plástico.
Si hoy viviera Petronio frecuentaría todas las noches las discotecas de Barcelona.
Si hoy viviera Eróstrato participaría en Gran Hermano.
Si hoy viviera Rimbaud sería pirata informático.
Si hoy viviera El Greco sería fotógrafo publicitario.
Si hoy viviera Leonardo da Vinci sería arquitecto y además pintor, grabador...