Lo que no escribo es más de lo que escribo. En la paradójica condición de escribir o vivir, con sus variaciones de escribir sobre lo vivido o la incierta de vivir sobre lo escrito, da como síntesis escrivivir, que viene a ser la experiencia de sentir en la escritura un apéndice imposible de hallar en el resto de la vida. Pero lo escrito sale perdiendo. Lo escrito debe luchar contra las interrupciones, contra las postergaciones y contra todos esos hálitos de la realidad que nos piden que les hagamos caso, que qué cosa es juntar palabras, qué pérdida de tiempo es ésa si hay tantas cosas por hacer y tenemos el horario lleno.
El único sentido posible de la escritura es la lectura, que es su respuesta.
Mientras tanto seguirá habiendo retóricas que nos llenen los bolsillos de silencio.
Pero lo que no escribo no es el silencio sino el olvido.
Y, a veces, lo que escribo no es lo que quería escribir y acaba derivando a algo muy distinto de lo original, cuya sutil relación apenas entreveo. Por eso ahora recuerdo las historias que nadie pensaba escribir pero se escribieron, aquellas historias extraordinarias que brillan por un tiempo en las noticias y que luego desaparecen por completo, como si nunca hubiesen existido; pero fueron escritas y volvieron a nacer, bajo otros ropajes, con otra vida, completamente nuevas. Eso mismo han hecho Michael Nyman y David McAlmont, de los que he encontrado este único tema en directo. Por lo demás la realidad se impone. Me voy con la música a otra parte.
El único sentido posible de la escritura es la lectura, que es su respuesta.
Mientras tanto seguirá habiendo retóricas que nos llenen los bolsillos de silencio.
Pero lo que no escribo no es el silencio sino el olvido.
Y, a veces, lo que escribo no es lo que quería escribir y acaba derivando a algo muy distinto de lo original, cuya sutil relación apenas entreveo. Por eso ahora recuerdo las historias que nadie pensaba escribir pero se escribieron, aquellas historias extraordinarias que brillan por un tiempo en las noticias y que luego desaparecen por completo, como si nunca hubiesen existido; pero fueron escritas y volvieron a nacer, bajo otros ropajes, con otra vida, completamente nuevas. Eso mismo han hecho Michael Nyman y David McAlmont, de los que he encontrado este único tema en directo. Por lo demás la realidad se impone. Me voy con la música a otra parte.
5 comentarios:
Puff, cuánta miga tiene este post, qué barbaridad!!! a ver, sintetizo mis pardillas opiniones :)
- "Lo que no escribo es más de lo que escribo.": Ofcorsss, por cantidad e incluso calidad, porque no todas las obras maestras están a la luz :)
- "a veces, lo que escribo no es lo que quería escribir y acaba derivando a algo muy distinto de lo original," ouyea, y qué sensación queda al leerlo? gratificantemente sorprendente (al menos cuando me ha pasado a mí)
- "ahora recuerdo las historias que nadie pensaba escribir pero se escribieron, aquellas (...)que brillan un tiempo en las noticias y que luego desaparecen por completo" - Si nos ponemos a pensar, deben ser una jartá, no? Hacemos una lista? Propón un concurso :)
- "El único sentido posible de la escritura es la lectura, que es su respuesta." aquí, amigo, creo que difiero una miaja... ¿y el escrivivir para desahogarse y o acabar quemando el papel o rompiéndolo a cachos o simplemente metiéndolo en la cajita "hasta luego" y no leerlo más?
Y por lo demás, el tiempo es cruel y a la vez es sabio... va poniendo losas de olvido cerrando etapas vividas, pero esto es material discutible para que hagas otro post al respecto
Después del rollazo que te voy a mandar, felicitarte por esta entrada (me ha encantado)y además al son de Love of Lesbian
Un saludo
Amiga pardilla, coincido en todo lo que dices salvo en lo del único sentido posible de la escritura. Yo sigo creyendo que un texto sólo tiene sentido cuando es leído, aunque sea por uno mismo. Los desahogos o la destrucción del papel lleva a eso, a que no haya nada, a devolverte a la soledad. Yo no puedo escribir sólo para mí, necesito compartirlo porque escribo de que a alguien pueda gustarle, como una manera de no ser tan prescindible, tan insignificante en el mundo, ya poniéndome metafísico; pero es así, no es escribo como lucimiento, sólo espero que le guste a alguien.
Si es verdad que no escribes como lucimiento, en mi opinión, deberías. Comparto tus ideas cuado escribes y me gusta lo de " el único sentido de la escritura es la lectura".
Tambíen creo que la escritura y la lectura son uno de esos mundos de los que alguas personas nos gustaría sumergirnos.
Lo que más me gusta de la escritura, es que puedes escribir sobre lo que tú quieras, sobre tus ideas i pensamientos, indepedientemente de que puedan los lectores opinar como tu o no . Es un mundo libre, pero - no sé si desgraciadamente o no-, ficticio.
A la hora de escribir, creo que te dejas llevar por tu alma y la muestras,( de una manera o otra)para que el mundo la conozca.
¡Hasta pronto!
"Donde no hay riesgo
no puede haber escritura."
Jábes
Sobre leer-escribir-leer, ya todo lo dijo Borges, que de modo desprolijo boceto la idea, en definitiva se reconoce buen lector antes que buen escritor.
Amira, es cierto que no escribo como lucimiento, pero también lo es que en estos años he aprendido a darle valor a mis textos. Escribo con la conciencia de ser escritor, mejor o peor, pero es lo que siento. Hace tiempo que abandoné la idea de desahogarme en un papel y de esforzarme en crear un texto elaborado y con sentido literario. Entonces espero que alguien pueda sentir lo que yo quise expresar con mis palabras. Por eso considero que el único sentido de la escritura es la lectura, porque el texto sólo puede completarse cuando logra comunicar algo y, en último término, yo también seré incompleto hasta que alguien me lea y me descifre (perdón por la clase extra).
Y sí, Mar, bien lo sabes que donde pongo la palabra pongo la vida. Aunque no te guste Bioy siempre tengo presente su idea de que cada frase es un problema que la próxima frase plantea nuevamente. Mi éxito es que, más allá de los premios y de la fama, logre que te conmuevas con lo que escribo, que me admires y te enorgullezcas de quién soy. Y, una vez más, me elijas.
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